miércoles, 31 de marzo de 2021

Oscar 2021: Judas and the Black Messiah y One Night in Miami

Hasta el día de hoy, la ideología radical de los Panteras negras resulta ser una postura a cuestionar. En una realidad como la de la actual EEUU, ¿es consecuente considerar una confrontación desde lo racial mediante la violencia, incluso después del avance que aportaron las políticas progresistas para generar una concientización universal sobre el abuso histórico al que ha sido y sigue siendo sometido el sujeto afroamericano? Como algunos lo describen, sería inclinarse a un racismo a la inversa, adoptar el mecanismo del miedo que se ha venido denunciando desde los orígenes de la esclavitud, incrementar la brecha de una nación desde el concepto del “color” de la piel; es decir, caer en la contradicción. Dicho esto, resulta un tanto cuestionable la presencia de Judas and the Black Messiah (2021) en una edición de la Academia que, en teoría –aunque esta práctica ya se ha venido ejecutando hace unos años atrás–, invoca a que las producciones nominadas generen una conciencia de la inclusión. Ahora, esto, se debería entender no únicamente como una “inclusión” meramente física, sino también el de establecer el consenso, la no distinción, desde un plano social e ideológico. Pero la película de Shaka King define vagamente ese deseo al flotar en el ambiente el pensamiento de los Panteras negras.

Judas and the Black Messiah para el final pretende ser una oda a la figura de Fred Hampton (Daniel Kaluuya), sin embargo, ante todo es la historia de una traición, siendo el traidor el infiltrado Bill (resaltante interpretación de Lakeith Stanfield), topo del FBI. La misión de este es desactivar las funciones del área que domina Hampton. Por tanto, es el FBI versus los Panteras negras, dado que Hampton es presentado como el líder ejemplar de dicho pensamiento. ¿Por cuál pensamiento se inclina la película? Por un lado, el traidor está en el bando del FBI. No olvidemos sobre esa tradición representada en Hollywood: los soplones están destinados a la hoguera, la no redención, su trágico final es prueba de ello. Ahí están películas como The Informer (John Ford, 1935) o The Departed (Martin Scorsese, 2016). Luego, el agente Roy (Jesse Plemons) es presentado como un modelo neutral dentro de las oficinas del FBI. El hecho es que habrá una fractura moral en donde este termina cediendo al sistema de la conspiración tan característico del régimen de J. Edgar Hoover (Martin Sheen). Ese panorama versus el pensamiento de los Panteras negras, visto como una organización benefactora, que martiriza no solo de Hampton, sino de otros más de sus colegas, y que tiene apenas una leve reprimenda –Hampton cuestionado por su futuro paternal–. Shaka King decide ser flexible al mensaje violento y radical cobijándolo bajo una serie de mantos humanos. Judas and the Black Messiah es de débil autocrítica.

Caso distinto es la propuesta que se manifiesta en One Night in Miami… (2020). Al margen de lo que haya realizado Spike Lee, la película de Regina King junto con Detroit (Kathryn Bigelow, 2017) y Get Out (Jordan Peele, 2017) son buenos ejemplos de producciones recientes que hacen autocrítica de ciertos modos de discursos y acciones desde la comunidad afroamericana en referencia a la lucha contra el racismo. Es el principio de 1964. Estamos a vísperas del momento más álgido de esta demanda social. Cuatro personalidades afroamericanas referentes de la cultura estadounidense se reúnen. Su encuentro en el cuarto de un motel de mala muerte en Miami será punto de confrontación de pensamientos. El tema de fondo: ¿cuál es la manera adecuada de difundir la lucha por los Derechos Civiles? Es en este intercambio de formas de proceder que Malcolm X (Kingsley Ben-Adir) figura entre este grupo de cuatro como el militante modelo. No solo le apoya su compromiso comprobado, sino además su fama que está en el punto más alto de su carrera. El hecho es que en el transcurso veremos cómo ese “centro” se desequilibra en razón a su exigencia por imponer a sus otros compañeros sigan el modelo político que representa. El pensamiento Malcolm X, así como los Panteras negras, orientó su ideología a un discurso racista y pro violencia, aunque sin llegar a la confrontación armada.

Vemos así a un líder reconociendo esos puntos ciegos de su ideología, esas perspectivas o modos de lucha o insubordinación hacia esa comunidad que tradicionalmente “esclavizó” al sujeto afroamericano, por ejemplo, como la que asume el cantante, compositor y productor Sam Cooke (Leslie Odom Jr.), quien da lecciones de emancipación hacia el capitalismo “blanco” desde el escenario de la industria musical. No es gratuito que One Night in Miami… abre con un Malcolm X desencantado por el bloque musulmán al que se asocia, a propósito de los privilegios inmorales del gran líder. Este es un quiebre importantísimo en la vida del político que bien podría servir de ejemplo para cualquier militante apasionado, aunque cegado, por una causa. Es un despertar el que ha tenido, la antesala a una autocrítica que hace reformule su lugar de pertenencia. ¿Es a quién representamos o a quiénes? Lo que seguirá, consecuencia del encuentro entre amigos, es un pinchazo a su postura obtusa, posición que curiosamente lo salvó del infierno orquestado por Elijah Muhammad. El compromiso moral de Malcolm X ha sido probado –y eso se define aún más en Malcolm X (Spike Lee, 1992)–; sin embargo, eso no lo priva de ciertos contradiscursos. No hay seguridad que el líder haya logrado digerir esas lecciones expuestas en One Night in Miami…, pero la autocrítica está servida.

Judas and the Black Messiah está disponible en HBO Max y One Night in Miami... en Amazon Prime.

lunes, 29 de marzo de 2021

Oscar 2021: News of the World y Ma Rainey’s Black Bottom

Comienzo a comentar las películas que han recibido nominaciones para la próxima edición de The Academy.

Paul Greengrass es un buen director, gran montajista. Sus mejores películas son las que incentivan la ansiedad a partir de la convergencia de secuencias correspondientes a situaciones que surgen dentro de un mismo horario, aunque en diferente escenario. Es la simulación de un ritmo acelerado, como lo dominaron magistralmente los soviéticos en el primer bloque del cine socialista, solo que Greengrass dilata el tiempo de los cortes, lo suficiente para que el espectador oriente los acontecimientos de cada situación. Es un ejercicio del efecto Kuleshov en cocción lenta, pues el espectador tendrá que esperar con paciencia para descubrir ese tercer mensaje que provoca la relación de los escenarios. Ahí están Bloody Sunday (2002), Capitán Phillips (2013) y Vuelo 93 (2006), siendo este último un superlativo dentro de su filmografía. Dicho esto, es desalentador lo que ha venido realizando el director británico bajo el respaldo de Netflix. News of the World (2020) es un cine distinto a su propuesta. Es una película que tiene mucho aliento al cine clásico, lo cual resulta estimulante dentro de un territorio que parece haber enterrado esa idiomática. Muy a pesar, este western resulta tibio si es comparado con los títulos de esa época.

Pienso en las películas de ese género producidas en la década del 50, tiempo en que los cowboys estaban a orillas de convertirse en figuras del ocaso, la conclusión de una época de nómadas. La máxima expedición que harán es el de buscar a un fugitivo que se refugia en los alrededores de la naturaleza. Habrá casos excepcionales como el del lector de noticias protagonista del filme, el veterano de la Guerra Civil Jefferson Kyle Kidd (Tom Hanks), quien por azar tendrá que sumar a sus tareas el encargo de llevar a una niña huérfana a un alejado poblado en donde viven sus tíos. News of the World se inspira en los relatos de diligencias en medio de la naturaleza inhóspita y hostil. Es una ruta llena de peligros, pero que sobretodo son trayectos que establecen el reconocimiento entre los protagonistas, personalidades que a primera vista contrastan. Jefferson y Joanna (Helena Zengel) son una pareja de huérfanos que crean una sociedad provisional, aunque están destinados a formar su propia comunidad. Ahora, como sucede con todas las producciones que llaman la atención de La Academia, se filtran reflexiones en torno a la coyuntura, siendo la más particular aquella que describe a un líder déspota que adiestra a una población con una información que los mantiene dentro de su caverna. Pienso en Donald Trump y los contras de las redes sociales.

Ma Rainey’s Black Bottom (2020) es una película pensada para el dominio actoral. Más que una historia, lo que nos ofrece el director George C. Wolfe es una situación que pudiera servir de excusa para describir las personalidades de sus protagonistas. Todas las interpretaciones son correctas, siendo los de Viola Davis y Chadwick Boseman los más logrados por el mismo hecho de que estos personajes están a un primer plano. Lo cierto es que hay un especial acercamiento al de Boseman, siendo este personaje el más complejo de la escena, y el que además no dejará indiferente al resto. El trompetista Levee es de esas presencias que sabes que montará algún serio desarreglo dentro del escenario. Mucho tiene que ver su talento sostenido por un aire fanfarrón, lo que crea entre risas y urticaria al resto de la banda, pero mucha irritación a Ma Rainey, la bautizada “Reina del Blues”, quien, en efecto, es un superlativo de Levee, solo que esta sí tiene una producción que la abale. Ma Rainey’s Black Bottom, desde una mirada general, es el enfrentamiento de personalidades, el la cantante y su trompetista. Es el gran ego de la mujer imponiendo contra el ego en formación del joven músico y neófito compositor.

Esta serie de roces de temperamentos y arrogancias es en cierta forma lo que apuesta la historia y la hace digerible sin siquiera exigir el advenimiento de un sustancial conflicto. El hecho es que todo resulta muy coreografiado. De pronto el ensayo de los músicos nos hace percibir que no es lo único ensayado. Las conversaciones, los solitarios, la misma cámara que limita al excluir al resto y subrayar al protagonista de la escena como si se tratase de un reflector en un estrado, hace que la película, basada en una obra teatral, se describa como una puesta teatral. Sus mismas locaciones, el interior y sobretodo el exterior, lucen limitados y acartonados. George C. Wolfe no se preocupa por crear puntos muertos o de descanso. Todo es un circuito de conversación o reacciones imparables. Es una puesta que pareciera preocuparse por no dejar espacio mudo que pudiera confundir al espectador de un teatro. Ma Rainey’s Black Bottom deja las ganas de ver esta adaptación sobre una tarima y bajo luces artificiales.

Ambas películas están disponibles en Netflix.