viernes, 24 de septiembre de 2021

2 Festival Lima Alterna: Friends and Strangers (Competencia Internacional)

Una de las mejores óperas primas de este año. James Vaughan realiza de esas historias que tienen una apariencia de que muchas de sus situaciones son producto de la improvisación, pero lo cierto es que se percibe eso dado que muchos de sus protagonistas son esencialmente improvisados. Friends and Strangers (2021) inicia con el encuentro casual en plena vía pública de una pareja que ya se conocía de lejos. Es de esa manera cómo empieza este relato en donde personajes “desconocidos” coinciden, hablan, pasan el rato fruto del azar, y que en el trayecto descubrirán que hay un vínculo que los une, sea amical, familiar o, en su mayoría de veces, simplemente un vínculo personal. Es una película sobre personas relacionándose de manera transitoria. Son encuentros de paso e incluso no trascendentales, pues no nos lleva a una búsqueda en concreta. ¿A dónde va la película? Hacia ninguna parte, y se entiende siendo su protagonista un hombre sin brújula. Ray (Fergus Wilson) es lo que podría definirse como un slacker contemporáneo. Él es una especie de vago procedente de una familia acomodada contando con un trabajo que no le genera molestias. Algo así como su cortina de humo para que no se den cuenta que sigue siendo dependiente e inmaduro.

Entonces, no es el caso de una generación indecisa e insegura que hace el esfuerzo por cambiar al no dejar de ser persuadida por una realidad que va a un ritmo o sensibilidad distinta a la suya. Estoy pensando en la comunidad que, por ejemplo, retrató el mumblecore en numerosas películas, tales como Mutual Appreciation (2005), de Andrew Bujalski, o Frances Ha (2012), de Noah Baumbach. Son individuos resistiéndose a formar parte de las filas de un trabajo mediocre o una relación sin romanticismo, pero eso no evita tengan un remordimiento o gesto por modificar las cosas, abrirse al mundo. Ese no es el caso de Ray, un ya adulto que parece ser consciente que es de esa generación que se dejó arrastrar por la corriente de la irresolución hasta caer en el drenaje —al que observa en silencio en más de una ocasión— y no tiene ánimo de salir de ahí. Friends and Strangers pone en primer plano a un colectivo víctima de la desidia y, de paso, una generación más mayor que ha sido responsable de ese fracaso viviente. No es gratuito que los centrados y acaudalados de esta historia sean figuras paternas, personas que disfrutan de la vida viajando sin rumbo, viviendo en sus mansiones o manejando una camioneta del año, quienes además se quejan de la holgazanería de sus menores, cuando han sido ellos parte del problema.

Y aquí vamos al punto de gran interés, reflexivo y comprometido de este filme. Sucede que esta negligencia no solo ha gestado una camada de inútiles, sucede que estos acaudalados no son tan conscientes o escrupulosos como lo presumen ante sus descendientes, sucede que todo ese circuito australiano por donde se desplaza esta sociedad irreflexiva no siempre fue la ciudad desarrollada que limita con un territorio de descanso paradisíaco. Ocurre que Vaughan ante nuestras narices nos ha ido dando señas de que el orden establecido en esa metrópoli fue obtenido gracias a las dinámicas orientadas por una tradición del exterminio. No existiría esa ciudad ideal de no ser por las normativas de la erradicación. Ahí está la escena de “no se puede acampar aquí”, un sótano que ha sido construido sin autorización legal o incluso los instantes en que vemos rastros de basura terminando en el drenaje, esa fosa invisible y pútrida de esa comunidad impoluta que no duda en desechar lo que no le sirve. ¿Qué tan lejos está esa normativa hoy vigente respecto a los procedimientos colonialistas que datan del siglo XVIII? ¿Es que acaso estamos ante una sociedad que no ha perdido esas costumbres y ha heredado esas apatías de los colonizadores británicos?

Friends and Strangers tal vez no sea una película sobre personas que se encuentran y son amigos y a la vez extraños. Qué tal si ese lazo de “amigos y extraños” tenga que ver con la relación entre los colonos y los aborígenes australianos, siendo dos comunidades que habitaron un mismo espacio, lo que implicaría un vínculo fraternal forzoso dada la convivencia geográfica, pero que, según dicta la historia, fue negada por los extranjeros, quienes pasaron de ser amigos a ser extraños y luego impulsadores de una aniquilación masiva, sea física, cultural como genética. Para más información, ahí está la película Rabbit-Proof Fence (2002), de Phillip Noyce. Tal como figura en la dedicatoria final, la película de James Vaughan hace memoria a dos comunidades originarias del territorio australiano erradicadas por ese sistema colonialista británico, sociedades hoy ausentes en lo que fue su territorio, invisibilizadas por esa nueva sociedad al ser reducidos a restos, huesos que se esconden en una caja de herramientas o monedas extraviadas a la orilla del mar. Muy significativa esa escena del irreflexivo Ray hallando esa moneda que por una cara tiene la figura de canguros y por la otra el rostro de Elizabeth II.  Friends and Strangers hace sátira de una sociedad sin memoria que pisa sobre la historia sin percibirla, hace tributos a emblemas nacionales que sus antepasados un día decidieron cazar, a pesar de que todavía se sienten orgullosos de esa herencia colonial.

Mira la película por Cineaparte previo pago.

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