En esta última década se ha manifestado una serie de filmes con la temática belicista entre EEUU e Irak. En su mayoría, representando al sujeto oriental como el antagónico, el perverso, el conspirador, el extremista, el fanático, etc., contrastando a los soldados estadounidenses como los escapistas, los rehenes, los violentados, las víctimas, partiendo de fábulas que relatan las penurias de los soldados americanos que son prisioneros de una secta musulmana o un convoy estadounidense rodeado por una artillería de sádicos orientales, creándose, o más bien, robusteciéndose ese fallido paradigma respecto al mundo oriental.
The hurt locker es la historia de una compañía de soldados estadounidenses que a diario lidia en las tierras orientales desactivando bombas que son abandonadas en distintos puntos de la ciudad. Kathryn Bigelow, su directora, si bien se une a la producción de la temática guerra contra Irak, esta no manosea la afanosa producción política nacionalista. The hurt locker no es un discurso más de la CNN. Es más bien un razonamiento personal y a su vez un razonamiento universal. En este campo de batalla no interesa localizar a los buenos o a los malos. La historia consiste en cómo cada uno de sus personajes se mimetizan dentro de este espacio hostil. Estos son los partícipes de sus propios conflictos personales, aquellos que lidian con la monotonía y la fascinación por aquella; la guerra.
La historia se concentra en tres personajes: Owen Elridge, que representa el lado inseguro de la brigada. Él es el soldado temeroso, incapaz de controlar sus acciones por sí solo; espera ordenes para actuar. Su personaje se observa aún más débil al verse en una terapia a manos de un psicólogo. A partir de esto podemos justificar su fragilidad dentro de cada una de las misiones. El sargento Sanborn es representado como el más maduro dentro del grupo. Su equilibrio emocional justifica su madurez. Su voz de mando es como una coraza que lo protege de cada ataque, aunque esto no será suficiente para sobrevivir. Esto se aclarará más adelante. Y, por último, está el soldado William James, especialista en desactivar bombas, por lo tanto, el que asume el mayor riesgo dentro del grupo. James es el desequilibrado, el soldado rebelde, aquel que no duda en enfrentarse cara a cara con el peligro. Esto resultaría ser una especie de talón de Aquiles, pero es la seguridad, su ocio hacia el peligro, lo que le hace sobrevivir.
A diferencia de los otros soldados, James es el único que sobrevive dentro del campo de batalla. Elridge fallece en cada misión. Poco a poco su valentía se extingue frente a sus compañeros y no tiene otra alternativa que la de depender de su tropa o de las terapias de su psicólogo. Sanborn si bien es maduro dentro del espacio de enfrentamiento, este posee agentes externos que lo llevan a la debilidad, tales como el amor que siente hacia una segunda persona, o sus deseos de tener un hijo, llevándolo a sus ansias de sobrevivir ante la guerra. Es por eso que un día antes de concluir la campaña de este grupo, Sanborn se siente derrotado. Él junto a Elridge, si bien sobreviven, han perdido su propia batalla; la de superar el temor de la guerra, algo que en el caso de James si se logra, pues él vive para esta.
Para James, su único significado es la guerra, su droga, una rutina a la que se ha adecuado. Exponerse al peligro es dar sentido a su vida, algo que no es tan complicado como estar en el pasillo de los cereales dudando cual caja o tipo de marca escoger. Esto muy diferente a enfrentarse a los cables de color azul y rojo. James actúa en todos sus sentidos dentro del campo de batalla y desactivando bombas. Su vida, la no real, dentro de su casa con su hijo y su novia, es notablemente vacía. Los sonidos perturbadores de la guerra están ausentes dentro de este. Volver a realizar una campaña no es marcharse, sino retornar a casa; su único propósito en la vida. Lo que parecía ser inmadurez y rebeldía, es todo lo contrario dentro del campo de batalla. Lo mismo pasa con su sensibilidad y emociones. James parece tener un tacto más paternal con el niño iraquí que con su propio hijo, como si el propio contexto influenciara esto en el soldado.
A diferencia de los otros soldados, James es el único que sobrevive dentro del campo de batalla. Elridge fallece en cada misión. Poco a poco su valentía se extingue frente a sus compañeros y no tiene otra alternativa que la de depender de su tropa o de las terapias de su psicólogo. Sanborn si bien es maduro dentro del espacio de enfrentamiento, este posee agentes externos que lo llevan a la debilidad, tales como el amor que siente hacia una segunda persona, o sus deseos de tener un hijo, llevándolo a sus ansias de sobrevivir ante la guerra. Es por eso que un día antes de concluir la campaña de este grupo, Sanborn se siente derrotado. Él junto a Elridge, si bien sobreviven, han perdido su propia batalla; la de superar el temor de la guerra, algo que en el caso de James si se logra, pues él vive para esta.
Para James, su único significado es la guerra, su droga, una rutina a la que se ha adecuado. Exponerse al peligro es dar sentido a su vida, algo que no es tan complicado como estar en el pasillo de los cereales dudando cual caja o tipo de marca escoger. Esto muy diferente a enfrentarse a los cables de color azul y rojo. James actúa en todos sus sentidos dentro del campo de batalla y desactivando bombas. Su vida, la no real, dentro de su casa con su hijo y su novia, es notablemente vacía. Los sonidos perturbadores de la guerra están ausentes dentro de este. Volver a realizar una campaña no es marcharse, sino retornar a casa; su único propósito en la vida. Lo que parecía ser inmadurez y rebeldía, es todo lo contrario dentro del campo de batalla. Lo mismo pasa con su sensibilidad y emociones. James parece tener un tacto más paternal con el niño iraquí que con su propio hijo, como si el propio contexto influenciara esto en el soldado.
La última película de Bigelow resulta ser un punto aparte dentro de este género, pues si bien el mismo tema nos arrastra a concluir un calificativo de bélico, es apenas los sucesos de acción los que se muestran. Los bombazos o intercambio de balas son instantes que inevitablemente se dan paso por ubicarse en un estado de guerra. En su lugar, es el suspenso lo que se transmite en este filme. Todo el transcurso de la película es una red de emociones e incertidumbres que otorgan a las escenas de acción, que son mínimas. La tensión es uno de los puntos clave dentro de esta película.
De las películas candidatdas al Oscar estrenadas en la cartelera peruana, esta es la que más me gusta, despues seguiría ¨Up¨.
ResponderEliminarPero de todas las candidatas me quedo con ¨A serious man¨, una gran película de los Coen, el humor negro que destila es soberbio.