martes, 1 de junio de 2010

Plato tradicional: El resplandor, 30 años después


El pasado 23 de mayo se cumplieron 30 años del estreno de El Resplandor, película de Stanley Kubrick, reconocida como una de las mejores dentro del género de terror y el cine en general. Este es un análisis del filme.

I.
Antes de rodar El resplandor (1980), Stanley Kubrick ya había dirigido más de una película bélica, una de sci-fi, una erótica, una de comedia, un thriller con rasgos melodramáticos y uno de cine negro. En una entrevista con el crítico Michel Ciment, el director declaró que siempre había tenido una curiosidad por el tema de la parapsicología. Las cuestiones de fantasmas u almas en pena tal vez no podría ser una primera referencia que lo impulsó a realizar El resplandor debido a que Kubrick siempre estuvo afiliado a una imagen ajena de religiones y creencias que posiblemente para él significaban dolencias existenciales. Se sabe además que lo que provocó esta necesidad de hacer este tipo de película fue la intención de captar la atención de las masas comerciales, e indudablemente Kubrick se aprovecharía de esta para promover, como lo hizo con todas sus anteriores cintas, su lado artístico, lado que por cierto siempre fue minucioso, riguroso, casi exagerado, como todo artista.
El resplandor es la historia de cómo un escritor llamado Jack Torrance (Jack Nicholson), su esposa Wendy (Shelley Duvall) y su hijo Danny (Danny Lloyd) son designados a cuidar un majestuoso hotel que cerraba durante cada época de invierno. Muy pronto la familia se verá envuelta en un estado de tensión; algo no anda bien en ese hotel. Jack comienza a tener trastornos de personalidad, su hijo está visionando hechos paranormales y la madre comienza a hundirse en un estado de pánico. Kubrick construye así una película con un género tripartita. El resplandor pertenece a un género de thriller psicológico por contener la historia de un hombre que ha perdido la cordura a tal punto de querer matar a su familia, es un género fantástico al tratar de un niño que tiene la capacidad de ver el pasado y el futuro y por contar además con la presencia de seres fantasmagóricos, y por último hay un género de terror y suspenso a manos del estado de histeria de la madre. Cada personaje independientemente va construyendo un comportamiento distinto al otro. Los tres comparten el mismo techo pero ninguno comunica su estado de ánimo. Ninguno de los padres se logra enterar de los poderes escondidos de su hijo, el padre se reprime de una furia escondida propia de un malestar personal y la madre calla frente a su angustia. Un género real, como es el thriller psicológico o el problema mental de un hombre, y su combinación con lo no real, lo fantástico reflejado en el niño, dan por producto una alteración de lo cotidiano representado en la madre que parcialmente va presintiendo –más no enterándose –de ciertas situaciones alimentando así su estado de suspenso. El saber la verdad total va generar el terror.
La construcción del relato de comienzo a fin es de suspenso. La familia llega al hotel aglomerado por una multitud de personas, pero al rato vemos el mismo hotel baldío. Ese cambio brusco produce un estado de perturbación, tres personas exiliadas del mundo de los vivos (en dichas montañas no hay otra señal de vida más que el de la familia). La luminosidad opaca dentro del hotel y la venida del invierno fuera de esta contextualizan un lugar distinto al de su llegada como avecinando una futura tragedia. La construcción laberíntica del hotel (cuarto tras cuarto, pasillo tras pasillo) crea una sensación de vértigo que sensibiliza los sentidos. El suspenso toma presencia en la mudez de los personajes, el agudo tecleado de una máquina de escribir, el golpe seco de una pelota de tenis en medio de la sala, las ruedas de un vehículo de juguete que roza con el piso de madera e intercaladamente con la alfombra cuadriculada, tan geométrica como el lugar mismo. El suspenso también surge cuando aparece Dick Hallorann (Scatman Crothers), el cocinero del hotel, que antes de partir comienza a mostrar a Wendy y su hijo los ámbitos de la cocina. Nos enteramos ahí mismo que Dick tiene la misma capacidad del pequeño Danny, y el primero le advierte a este que no debe entrar por ningún motivo a la habitación 237, “¿de qué tienes miedo?” le pregunta el niño; no se explica el porqué. Es con la presencia de Danny que el terror se cristaliza. El pequeño antes de ingresar al hotel ha visto cosas extrañas: un mar de sangre que brota de un ascensor, dos niñas con un aspecto macabro a mitad de un pasillo; hay algo malo encerrado en ese lugar. Esto muy a pesar ha sido catalizado por la historia que esconde el hotel narrada anticipadamente por Stuart Ullman (Barry Nelson), el dueño del hotel, cuando cierra el trato de vigilancia con Jack. Un anterior guardián del hotel había asesinado de hachazos a su esposa y a sus dos hijas, luego se suicido de un tiro. Al parecer fue un efecto de claustrofobia producida por el hotel lo que lo habría enfermado de la cabeza. Entonces el espectador ya cuenta con antecedentes para sospechar de una próxima masacre. Kubrick crea ante todo motivos para dar paso al terror, el motivo mismo es una historia de terror y esta provocará una nueva, pero para eso primero tendrá que pasar por el suspenso.
II.
El resplandor para su estreno tuvo mucha controversia debido a que la naturaleza de Kubrick hasta ese momento no había sido del todo asimilada. La crítica y el mismo público habían reconocido en una primera mirada una película de terror nada memorable empezando por contener una sobreactuación de sus actores, un Jack Nicholson que posiblemente haya desempolvado a un repetido Randle McMurphy, el desquiciado de Alguien voló sobre el nido del cuco (Milos Forman, 1975), una Shelley Duvall con gestos de drama exagerados y la repetitiva mirada del gesto atónito del pequeño Danny. La segunda razón fue porque la película contaba con una trama predecible. La idea de narrar a un comienzo de la película el asesinato que había sucedido en el mismo hotel donde la familia de Jack iría a establecerse, era inferir que tendría que pasar lo mismo con ellos. El padre terminaría por volverse loco (además por ser Nicholson, actor que se había ganado la fama de interpretar papeles de personajes locos o excéntricos) e intentaría matar de hachazos a su esposa e hijo, y posiblemente se mataría al igual que el anterior vigilante. Dentro de esto la película de Kubrick había sido subestimada.
El resplandor originalmente tenía una duración por encima de los 140 minutos. A la semana de su estreno fueron amputados casi 20 minutos del final a partir de la escena donde aparece una foto del 4 de julio de 1921 –escena que hasta el momento se le conoce como el final –. En estos 20 minutos de más se narra la llegada de Wendy y su hijo al hospital y la confirmación de la policía sobre el encuentro de un solo cadáver, este perteneciente al cocinero Hallorann, mientras que el de Jack nunca fue localizado. Comentar esto está demás por ya no formar parte del producto, aunque si todavía lo fuera hubiese sido parte de un grupo de acertijos que ya guardaba la película. Luego de dicha modificación el enigma se redujo, y es que el nuevo final también traída cuestionamientos extraños. En la última escena se enfoca una foto del año de 1921 donde reconocemos la presencia de Jack, pero la pregunta es, ¿será en verdad Jack?, ya que el personaje de la foto tiene una apariencia distinta a la del escritor, pero muy a pesar son los mismos. Se especularon muchas cosas pero la respuesta la extendió el mismo Kubrick años después, esta también contenida en la entrevista con Michel Ciment: Jack sería la reencarnación del que fuera un personal del Hotel Overlook. Las razones del porqué Kubrick asumió dicha solución no se explican pero sin embargo si pueden interpretarse.
III.
El Hotel Overlook contiene tres historias, tres temporalidades que se han encerrado en sus aposentos. La primera está relacionada a sus orígenes. El hotel habría sido levantado encima de un cementerio indio, según lo cuenta Ullman a la familia de Jack: “hubo un enfrentamiento con los indios mientras esta se construía”. La segunda historia es la del 4 de julio de 1921, historia que no se explica mucho en la película. Y la tercera sería la de Charles Grady, y de cómo este asesinó a su familia. La tragedia de Jack está en relación con las dos últimas historias. Si hay algo que se han preguntado mucho los críticos es sobre si las visiones que tiene Jack son reales, desde una perspectiva paranormal, o son imaginarias o producto de su locura. Lo que experimenta Jack son ambas. Él es una persona que está mentalmente perturbada y su locura es manipulada por agentes espectrales que rondan en el hotel. Hubiese sido tan solo locura si hubiésemos visto el encuentro de Jack con el cantinero Lloyd en el “The golden room” o en el baño con Delbert Grady; un simple monólogo que su imaginación habría creado. Pero lo que no es posible es que con su sola imaginación haya salido de la despensa de la cocina luego que Wendy lo haya encerrado con un seguro externo. Es obvio que el que le hablaba fuera de la despensa y lo ayudo a salir era una presencia externa a su mente.
Otro enigma es también el caso de Grady. El tipo que había asesinado por los 70 a su familia se llamaba Charles Grady, mientras que Jack conoce en el “The golden room” a un Delbert Grady, el mismo que más tarde lo liberaría de la despensa. En una conversación con Delbert, Jack afirma reconocerlo como el padre que mató a su familia. Delbert confusamente lo niega pero luego acepta haber “castigado” a su esposa e hijas. Entonces Delbert y Charles serían los mismos. En esa misma conversación dentro de un baño Delbert anuncia a Jack: “siempre he estado aquí”, cita que nos recuerda al de las hermanas fantasmas (de hecho hijas asesinadas de Grady) que dicen a Danny: “ven a jugar con nosotras por siempre, siempre y hasta siempre”. Cabe la posibilidad que también Delbert haya tenido su reencarnación en Charles respondiendo a que entonces las reencarnaciones han sido maldecidas por su pasado, pasado que como dijimos más arriba no se explican, sino hasta la primera historia que habíamos clasificado.
IV.
Kubrick dentro de El resplandor crea una serie de mensajes escondidos a partir de su ideología o cuestiones que él miraba con contemplación. Uno de los mensajes y temas más sugerentes está relacionado con la primera historia del Hotel Overview. Este se había construido encima de un cementerio indio. Posiblemente desde una perspectiva religiosa esta resultaría una actitud inadmisible que atenta al límite de propiedad entre los vivos y los muertos. Kubrick sin embargo no era ningún abanderado religioso. Desde una perspectiva del género de terror, la ocupación de un hotel encima de un cementerio indio infiere una futura maldición. Son las almas de los indios que reclamarán su territorio, tal vez se podría decir. Kubrick por su lado veía el poder del capitalismo, de cómo el actual dueño del hotel habla de dicha masacre como un simple comentario alterno a la historia ignorando que hay una colonización a la que se está negando. El hotel, en medio de una naturaleza que un día perteneció a un pueblo indígena nativo, es la representación de una mecánica capitalista que arrasa con la cultura y la memoria. La memoria fue el cementerio que ahora es más que un mito, su cultura se vería representada en un tapizado. Un estudio de Bill Blakemore comprueba que los tapizados y mantos que se encuentran en casi todo el Hotel Overview contienen figuras con motivos indios. En la escena donde es asesinado Hallorann, el cadáver del cocinero es irónicamente hallado encima de uno de esos mantos. Es la cultura muerta de los indios nativos. Un estilo recurrente en las películas de Kubrick es la ironía representada en lo mencionado y además en la foto de final del filme. La foto de un 4 de julio hace referencia a una fecha que supuestamente debe ser conmemorativa a esa igualdad de géneros, razas y culturas arraigadas dentro de la nación estadounidense, sin embargo esta se relaciona con cuentos de indios exterminados o una persona, casualmente de raza negra, asesinada. Es la negación de una igual de razas y una cultura en la escena donde Hallorann yace muerto.
Kubrick en El resplandor hace también una serie de alegorías a temáticas que posiblemente siempre hayan sido de su atención. Una de las más curiosas están en las continuas citas que realiza de los cuentos de hadas o infantiles. Según Rob Ager se puede localizar en el guión citas específicas sobre estas, una es en la cocina del hotel que al ser muy grande Wendy comenta que tendrá que dejar migas de pan para no perderse (Hansel y Gretel). En la escena del ataque con el hacha, Jack antes de romper la puerta llama a los chanchitos que le abran. Al ver la negativa dice que soplará y soplará hasta derrumbar su casita (Los tres chanchitos). El caso de Hansel y Gretel, agrega Ager, se incrementa con la entrada de Jack al cuarto 237 que cambia sus tonalidades redundantes a multicolores, como si fuese una casita de chocolate. Dentro del cuarto Jack encontrará a un fantasma que es una bella mujer pero que resulta ser una vieja, como si fuese la bruja disfrazada para engañar a los niños. Lo dicho por Ager podría ser complementado con el verdadero significado de los cuentos de hadas que en realidad tuvieron sus orígenes como cuentos destinados para adultos. Kubrick en su Hansel y Gretel no pone a una amable anciana, sino a una bella mujer, y si bien no es chocolate lo que ofrece es su sexo. Hay una revisión de lo que fueron originalmente los cuentos de hadas, la mezcla entre el deseo y el erotismo y cómo se da paso a lo grotesco o terrorífico. Continuando además con el cuento de Los tres chanchitos, no es coincidencia que puedan ser solo tres los de la familia que están dentro de una segura casa, pero sin embargo hay un lobo que los acecha que es además supremo a ellos, incapaces de enfrentarlo o saber de él. Volvemos una vez más en el “The golden room”; Jack al querer pagar al fantasma del cantinero Lloyd su trago este le responde que su dinero no es bienvenido y es que alguien superior a él es quien le invita. No se sabe a quién exactamente se refiere. Esto nos puede llevar a una cita de Fausto de Goethe. En primer momento, si bien nunca aparece un Mefistófeles o un lobo, podemos reconocer en Jack un Fausto que firma un contrato a inicio de la película, en la parte de “Closing day”. Es el pacto entre el escritor y el dueño del hotel. El segundo le promete tranquilidad, para escribir su novela, y Jack le promete que su familia lo disfrutará, sin imaginarse claro que no cumplirá su palabra y más adelante firmará un nuevo contrato.
V.
Jack es un escritor frustrado. Es además una persona con un carácter muy voluble. En su conversación con Lloyd él le confiesa que un día golpeó a Danny por haber tirado sus papeles. Estamos reconociendo así a un hombre que no se volvió loco por los sucesos paranormales del hotel, sino más bien porque llevaba consigo una carga que lleva reprimido pero que poco a poco va cediendo. Es entonces cierto que Jack nunca mintió al dueño del hotel que una casa o un efecto de claustrofobia lo volvería loco, fueron sus mismos estados de ánimos, sus frustraciones personales, y posiblemente sus problemas de alcohol los que lo llevaron a reaccionar así. La llegada de Jack al hotel ya tiene un terreno preparado para su desatar su ira. Jack llega ya como un sujeto perturbado. Kubrick motiva esta al crear una pareja muy opuesta. Es el esposo fornido y con mala actitud, es la esposa menuda y llena de debilidades. Hay una polaridad conyugal donde se reconoce de inicio a fin a la esposa como la víctima. La sensibilidad quebradiza de la mujer para Jack no le provoca un estado de regocijo, sino todo lo contrario. Jack incrementa su estado colérico al reconocer en su mujer una actitud totalmente indefensa.
El oficio de escritor también es un medio que desvía a Jack de su cordura. El escritor es aquel que tiene por oficio imaginarse, mimetizar la realidad, esto quiere decir, modificarla o mal formarla. En ese caso hablamos de un hombre que vive de una realidad parcial; está ubicado entre la realidad y la imaginación. Este estilo de vida adherido a su frustración le ha causado una alteración a sus sentidos y confundir entre lo real y lo imaginario. La locura de Jack se amplía a lugar que él se adentra a la escritura, escritura que nunca logra manifestarse en sus hojas en blanco. Estamos hablando entonces de un escritor frustrado y además que reprime sus ideas, su voz, su palabra, la incapacidad de comunicarse. Jack en su enfado gime, gruñe, se agita. Él ha perdido su idioma y ahora está subyugado a lo irreal, ha dejado de pensar con la razón, es por eso que decide matar a su familia y hace un nuevo contrato. Jack al ingresar por primera vez al “The golden room”, está enfadado, estresado y pronuncia que vendería su alma al diablo por una cerveza: él será Fausto y Grady será Mefistófeles.
Sobre la palabra y la razón también se ve reflejada en Danny. Él es un niño corriente pero su habilidad de ver el pasado y el futuro lo hace diferente y víctima de sus miedos. Sus preocupaciones están en referencia con su habilidad. Él cada vez que se entera de un nuevo avistamiento reacciona parcamente frente a su alrededor. Sus visiones sin embargo no son manifestadas por él, sino más bien por Tony, su amigo imaginario. A palabras de Danny, Tony es un niño “que vive en mi boca”. Tony es el amigo imaginario que Danny se ha creado con la intensión de responsabilizarle su habilidad psíquica. Tony es también el que le comunica de todo lo visto. Danny por lo tanto es incapaz de asumir una habilidad como la que él tiene, es por eso que crea a otro para asignársela. Danny también es incapaz de comunicar los avistamientos, es por eso que Tony también se convierte en su voz o palabra, de ahí por eso habita en su boca. Por último, es a través de Tony que Danny intenta razonar con su habilidad que aún no conoce ni sabe aceptar.
VI.
Una de las grandes genialidades artísticas dentro de El resplandor, así como de la mayoría de sus cintas, es una buena fotografía que declara los contrastes de un medio fantasmal y apartado como es el hotel muy a pesar de tener espacios abiertos. Se puede reconocer que siempre está presente el color rojo u ocre, este como pronosticando un posible asesinato o dando marcas que ocurrió hace años uno en ese lugar. La palabra invertida de “MURDER” (asesinato) escrita por Danny es “REDRUM” que sería pronunciar “RED-ROOM” (cuarto rojo). Las tonalidades del rojo se reconocen en todos los espacios (a excepción del cuarto 237), desde un cuarto pintado de dicho color o la prenda que lleva uno de los personajes o hasta una mínima campana contra incendios en medio de colores claros. Kubrick sabe esclarecer las tonalidades de color rojo en medio de los espacios difuminados. La espesa bruma de las nevadas, la misma nieve, las puertas de color blanco son escenarios que revitalizan el color rojo.
Kubrick con El resplandor fue uno de los que inauguró el steadycam, eso dio control a su movilidad de cámara cuando había una persecución a la pequeña moto de Danny o a la escena dentro del laberinto. Kubrick además crea un contraste de cortes de escenas repentinas con las desvanecidas, una se diferencia de la otra por la aparición de los seres sobrenaturales. Cuando esto ocurre los cortes son repentinos y violentos. Gran cantidad de los planos son medios o primeros planos tanto abiertos como cerrados graficando motivos de sorpresas o terror. Los acercamientos abruptos son una dinámica de espasmo. La música y los efectos de sonidos son una mezcla que el director recrea con la necesidad de crear nuevas sensaciones de terror. Los que habían juzgado negativamente frente a El resplandor con los meses o los años cambiaron de opinión. Stanley Kubrick habría creado una gran película dentro del género de terror. El suspenso en esta es la que reina y motiva a que todo el largo tenga una sensación terrorífica. Las imágenes de las gemelas en el pasillo del fondo, el hacha atravesando una puerta de madera, el escape en un jardín laberíntico es el idioma de un terror que deja en segundo plano lo que en un momento pudo haber sido una trama con distintos puntos cuestionables. Kubrick ha hecho lo que no muchos directores realizan, crear una coincidencia valorativa entre el público y la crítica.

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