Departures, ganadora del Oscar a la Mejor Película Extranjera, es la historia de Daigo Kobayashi (Masahiro Motoki), un violoncelista que luego de haber logrado su gran sueño, formar parte de una banda sinfónica, esta termina por disolverse. Sin trabajo y con los sueños extraviados, Daigo viajará junto con su esposa Mika (Ryoko Hirosue) de Tokio a su ciudad natal para vivir en la casa de su madre, fallecida dos años atrás. En esta ciudad, Daigo conseguirá un nuevo empleo, uno peculiar: ser maquillador de cadáveres.
Yojiro Takita, su director, relata una historia llena de humanidad y reflexión. El tema de la muerte es una constante dentro de Departures, que no exclusivamente se entiende como las “partidas” de los vivos al mundo de los muertos. Departures es también partir a tu ciudad natal, a tus orígenes. Daigo, así como su esposa, realizan un exilio a “la realidad”. Su mundo que consistía en la subsistencia económica, es casi un mito luego que Daigo es contratado en su nuevo empleo, aquel que lo acercará más a la realidad humana, triste e inesperada, pero real.
Los personajes de Departures en el transcurso del filme, sin darse cuenta, conviven todo momento con la muerte: la presencia de un anciano, la cena del día o sus días en la casa de una difunta. El tema de la muerte no necesariamente está relacionado con la presencia de los difuntos. Takita nos da señales que este “paso humano” está más cerca de lo que nosotros pensamos. La labor del director será la de hacer convivir estas dos. Lo que parecía ser dos realidades distintas, es en realidad una sola. Departures es (con)vivir con la muerte.
A diferencia de otras películas que tocan el tema de la muerte, el tratamiento que otorga Takita es distinto al que se podría esperar. Departures no relata la vida de personas abatidas o resignadas frente a la muerte. La forma en que se asume esta dentro del filme es con naturalidad, de ahí el humanismo que refleja Departures. Es a través de la naturalidad de la vida que la presencia de los muertos se ve equilibrada con los rasgos cómicos. La presencia de muertos entremezclados con eventos graciosos, no hace referencia a que se está tratando de un humor negro.
La comedia que representa Takita es ligera y nada malintencionada. Los infortunios de Dagio son cómicos, pero son también un camino para ver y entender a la muerte con un sentido del humor distinto al que siempre se le merece. Es a través de las situaciones graciosas u ocurrentes, que los personajes van reflexionando sobre la vida y la muerte, esta como algo típico, como guiños, en ocasiones humorísticos, que la vida suele ofrecer. La risa así va tomando una naturalidad como la misma muerte; un punto de vista distinto al lado dramático del hombre.
Los momentos más bellos son cuando el jefe de Daigo, o él mismo, proceden el “nokan”, esta es la limpieza del occiso con la intensión de borrar las marcas de la vida terrenal. La mezcla de paños y cremas que van acariciando la piel muerta es todo un ritual que crea una comunicación entre el “preparador” y el muerto. El escenario toma una apacibilidad profunda a la entrada de la banda sonora que parece acariciar con sus notas el cuerpo inerte que se está velando. El sonido, delicado y lírico, forma parte de la ceremonia, aquella que no sabe diferenciar entre un niño o un anciano.
Eu gosto.
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