sábado, 25 de septiembre de 2010

Plato tradicional: Wall Street (1987)

A propósito del estreno de Wall Street 2, una crítica a su primera versión, también dirigida por Oliver Stone.

Greed is good

En la década de los 80’s, Oliver Stone había propagado un cine realista y comprometido a la sociedad estadounidense. Es a través de los agentes nacionalistas de su país que Stone se valía para desenmascarar ese lado trágico, no visible para la mayoría de los individuos. Aquellos que observan el lado propagandístico del escenario, incapaces de ver o creer el lado oscuro que se asomaba cínicamente.
Wall Street narra la historia de Bud Fox (Charlie Sheen), un agente de la bolsa con grandes ambiciones a la superación. Su relación con uno de sus clientes, Gordon Gekko (Michael Douglas), uno de los mayores inversionistas de la bolsa de New York, será su gran oportunidad para poder alcanzar las mayores expectativas dentro del negocio de las inversiones. La estructura argumental que presenta Stone se ha venido repitiendo desde Salvador (1986) hasta Nacido el 4 de julio (1989). El director adoctrina a su personaje principal como la “carnada”: Bud Fox es el típico idealista, un sujeto joven y neófito en su oficio. Tal como sucede con el personaje de Salvador, Bud ha llegado a un contexto (el mundo de la bolsa de valores) que cree conocer, de ahí es importante reconocer a este personaje como un sujeto inexperto y sumiso, siempre expuesto a experimentar lo “no sabido” por el resto.
La rutina de Bud está vetada por un gesto inconforme, más es su mismo idealismo el que lo mantiene dentro del negocio. Este personaje ha abandonado su hogar para alquilar un departamento en Manhattan (según él mismo dice, “para irse codeando con los grandes”), el cual a duras penas va pagando con los préstamos que le otorga su padre. Las horas de trabajo se suman además de las que él mismo extiende en sus horas solitarias dentro de su cuartucho. Bud Fox es el preámbulo al sujeto adulterado; aquel que esperanzadamente vive por lo que ha escuchado un día podrá ser. La sociedad le ha hecho creer que todo aquel que labore dentro del canon de la bolsa de valores, está destinado a convertirse en un yuppie (término naciente en los años 70’s, correspondiente a los jóvenes profesionales casi siempre relacionados al mundo de los negocios, bien vestidos y que vivían una rutina muy sofisticada).
Dentro del campo laboral, el mismo Bud va encontrando diversos motivos que avalan esa realidad “irreal” del mundo de la inversión, esto representado en dos compañeros que a diferencia de él, no gozan de ambiciones además de ser entrados de edad. Son sus presencias las que le anuncian el lado perverso e indiferente que les ha heredado dicho lugar, mundo al que han ofrecido gran parte de su vida sin reconocimiento alguno. “De pronto un día te verás como yo”, le anuncia uno de ellos. Bud naturalmente es obstinado y no hará caso a los infortunios no correspondientes a su persona. Caso contrario ocurre con la imagen de Gekko, amo y señor de grandes inversiones de la bolsa. Bud no dudará en forzarse a realizar negocios con él; el yuppie en viva imagen.
Gekko es el cínico en perfección. Oliver Stone realiza a uno de sus más ambiciosos personajes hasta la actualidad. La presencia de Gekko es el mismo Wall Street, siempre activo. “El dinero nunca duerme”, le dice a Bud en plena madrugada. La mentalidad de Gekko está relacionada a la política del capitalismo; una inversión retornará en forma duplicada o cuadruplicada. La ambición y la habilidad podrían resumir la naturaleza de Gekko. Él mismo afirma haber vivido de lo que otros han construido. El comprar o invertir un negocio ajeno, es vivir del otro. El negociante debe negociar y no crear, de invertir y no sufrir, tal como pasó con el padre de Gekko, “muerto y humillado en medio de deudas”.
Gekko se vale de un razonamiento lógico para avalar sus actos delictivos dentro del negocio de la inversión. Estar en el juego es “estar”, y no un estar a medias. Uno de los momentos más transcendentales de Wall Street es el discurso sobre la avaricia. “La avaricia es buena”; Gekko crea un contradiscurso enfrentando la moralidad contra lo amoralidad. El defecto convertido o visto como virtud, esto con la intención de la superación personal/empresarial. Así como pasa con la ambición, la avaricia es una resultante del caso y una solución, más no una alternativa. Luego que Bud ha entrado al negocio del espionaje de la inversión, este también ha pasado a ser parte del sujeto cínico. Si antes era idealista, era porque no sabía la “verdad”. El encuentro con el lado oscuro, Gekko, es el único medio para reconocer lo real dentro de un mundo vividor e interesado.
En un escrito de Jonathan Rosenbaum, el crítico de cine reconoce que en Wall Street, así como en Pelotón, se presenta la imagen de los dos padres. Bud, así como tiene a su mal padre que es Gekko, también tiene a su buen padre, Carl, un mecánico de aviones que trabaja para una pequeña aerolínea, además de ser jefe del sindicato. Bud se ve enfrentado entre lo correcto y lo incorrecto, entre lo moral y lo amoral, tal como ocurría en Pelotón y la enemistad entre Elias y Barnes. A partir de lo mencionado por Rosenbaum, se puede comprender la categoría de “carnada”. Stone crea un discurso sobre la moral, este proyectado desde la experiencia personal de la “carnada”. Bud, sumiso e inexperto, es presa de la amoralidad, esta contagiada por el mundo de las inversiones, por el mismo Gekko, persona que reconoce en Bud el medio para poder alcanzar sus ambiciones e incrementar su avaricia. Bud resulta ser por lo tanto un medio de vivencia, pasando a ser parte del resto, ese indicador que Gekko lo denomina como otro; “vivir del otro”.
En contraposición está Carl, el padre de Bud. No es gratuito que el padre del “vivido”, sea presidente de un sindicato. Oliver Stone, desde una postura política, expone sus apatías por el capitalismo. Wall Street es la representación de la economía estadounidense como una máquina oportunista; “capitalismo en su máxima expresión”. Stone parece realizar una pequeña alegoría al eterno enfrentamiento entre el proletariado y sus jefes que se ven reflejados a totalidad en películas como Metrópolis (1927) o Tiempos modernos (1936). Bud se ha percatado que los intereses de Gekko son extralimitados, así que decide también jugar sucio. Al final de la película parece solucionarse todo. Bud se ha reivindicado personalmente, más es preciso que se reivindique para la sociedad. No aparece en las imágenes, pero se entiende que Bud será encarcelado al haber sido cómplice de los delitos organizados por Gekko. Es el precio de la “fama”, la de yuppie, que la sociedad la había contado. El encarcelamiento es el punto final para que Bud sepa que se ha percatado de lo real.
Un detalle importante es el rol, casi escaso, que juega la mujer dentro del filme. En primer lugar observamos a Darien (Daryl Hannah), pareja de Bud y amante de Gekko. Ella es diseñadora de interiores, una mujer que sueña un día con tener a los mejores magnates como sus clientes. Una segunda personaje es la esposa de Gekko, quien aparece unas cuantas veces, mientras que la última es la madre de Bud. La intención de contar a la madre de Bud, a pesar de haber sido mencionada una vez y no habiendo aparecido en escena en algún momento, es para comprobar que Wall Street es un mundo machista. El rol de la mujer en el filme, o bien está ausente como la madre de Bud, o bien obedece a los estereotipos femeninos, sobre lo mundano y lo interesado. El personaje de Darien es una mujer que niega el amor, antes que su misma meta de superación como persona. El hecho es que esta superación responde a sus deseos de ser la mejor diseñadora de interiores, un oficio a primera vista superficial. La mujer, desde otro lado, también se puede representar como “trofeo”. En una conversación entre Gekko y Bud, este último muestra incidencias que desea a Darien. Gekko, por su lado, le indica que es en esos momentos que Bud necesita asociarse a sus negocios ilícitos; “obtén dinero y la obtendrás”.
Lo confuso podría ser es que también los adjuntos de mundano e interesado, otorgados a la figura femenina, se merecen también a la rutina de Gekko y, en algún momento, a Bud, pero es preciso agregar a esto que los mencionados están integrados al círculo de la bolsa de valores, lugar donde florece las riquezas que servirán para vivir esa vida mundana, y que naturalmente es el personaje masculino quien las provee. Lo irónico podría resultar es que si Gekko vive del otro, Darien vive de Gekko.
Wall Street no es lo mejor en Oliver Stone, aunque sí el personaje de Gordon Gekko, interpretado por Michael Douglas (quien ganaría un Oscar por ese rol), es uno de los grandes logros de su carrera, haciendo además de este filme uno de los mejores. Lo crítico podría observarse en el papel desenvuelto por Charlie Sheen que parece no convencer en su rol de joven ambicioso, contagiado por esa avaricia que Gekko intenta ofrecer. Sin embargo, es fundamental la escena donde Bud Fox es apresado en su ámbito laboral y movilizado hasta las afueras de la oficina, intentando contener las lágrimas en medio de sus ex compañeros. Una escena formidable.

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