jueves, 14 de octubre de 2010

Octubre

El minimalismo, el realismo y la ironía, van de la mano en la película peruana Octubre, dirigida por los hermanos Daniel y Diego Vega, ganadora al Premio del Jurado “Un certain regard”, en el Festival de Cannes. Los hermanos Vega citan la temporada del “mes de los milagros” como un medio para crear una historia arraigada al costumbrismo peruano, reflejado de “personajes tipo” que representan sus vivencias y dolencias, estas siempre abiertas a una mirada universal, aunque apoyados desde nuestra cotidianeidad.
Octubre parte lo que podría ser nombrado como un “chisme de barrio”. Este es superficialmente la novedad de un contexto en específico, más aquella encierra una cadena de privacidades. El chisme aquí sería que la Cajamarquina (una prostituta) ha abandonado a su hija recién nacida en el hogar de Clemente (Bruno Odar). La niña, producto de las visitas sexuales entre los mencionados, se ve ahora en manos de este prestamista, personaje huraño y solitario, que tendrá que arreglárselas para cuidar a la niña mientras va en busca de la madre prófuga.
Los hermanos Vega representan la intimidad de este hombre con un tono de humor y encanto. Películas como Chicha tu madre, Madeinusa y Paraíso poseen esta marca que Octubre decide adoptar. En estas se reconoce la figura de un antihéroe que parece ser un imán de infortunios. Sus malas experiencias se ven contextualizadas con los silencios, la inexpresividad de sus gestos, el congelamiento de sus reacciones. Son estas situaciones la antesala a un acontecimiento desafortunado para el personaje, mientras que para el espectador resultan ser cómico, esto no representado en risas crueles, sino, más bien, risas generosas y piadosas para el personaje. Es mediante los infortunios que Clemente, el antihéroe, va ganando sus adeptos.
Octubre presenta además a otros dos personajes: Sofía (Gabriela Velásquez), una devota al Señor de los Milagros, y Don Fico (Carlos Gasols), un anciano que está ahorrando dinero para sacar a su enamorada del hospital. Estos junto con Clemente forman una triada de la soledad. Clemente lucha por vivir en su soledad, Sofía por abandonarla, y el anciano por negarla. Cada uno responde a este tema respecto a sus situaciones. Clemente al ser un prestamista, este se obliga a ser apático, sin amigos, ni familia, exiliado dentro de una burbuja inquebrantable. Sofía se esfuerza por la búsqueda de una familia que es incapaz de obtener. Su único medio de escape a su realidad, es su devoción, los rezos y los recorridos en el mes de octubre. El hábito resulta ser un disfraz que no evita a su personaje lucir el desnudo de sus piernas, mientras coquetea con deseos lujuriosos. Don Fico, por su lado, está ingeniándose de un plan para poder escapar con su enamorada (ella se encuentra aislada en un hospital) a alguna provincia. Existe una negación hacia la soledad, no por la mera ausencia de su enamorada, sino por su misma vejez, aquella situación destinada al olvido, a la soledad.
Sofía y Don Fico tienen la oportunidad de poder contemplar sus deseos, más estos nunca se ven concretarse. En gran parte de los sucesos, los hermanos Vega ponen en actividad el imaginario de los espectadores para que sean ellos mismos los que expliquen o concluyan las escenas de la historia. Don Fico podrá salir de la capital junto a su enamorada. Sofía, al ser destinada al cuidado de la niña de Clemente, observa en esto la posibilidad de formar una familia junto al prestamista. A los personajes se les extiende las oportunidades, más estás no terminan por concretarse. Está la interpretación del público si desea observar esto como una señal esperanzadora o un camino a lo inevitablemente adverso. El caso de Clemente es distinto.
La presencia de un billete falso a manos de Clemente es un medio que sus creativos aprovechan para remarcar la amoralidad arraigada en este personaje. El deseo de deshacerse de ella da paso a las situaciones irónicas de las que se ve envuelto. El billete falso pasa a ser su estigma del cual parece no abandonarlo, es un cargo de conciencia que de pronto se ha materializado a raíz de sus afanes de continuar viviendo su vida de prestamista, de hombre hosco y solitario. A diferencia de los otros personajes, Clemente encontrará lo opuesto a sus deseos. La presencia del bebe será su medio para redimirse, así como la oportunidad de Sofía para poder conseguir una familia. Clemente al haber experimentado un quiebre en su rutina con la presencia de la niña, este se ve expuesto a experimentar lo que siempre se había esforzado por negar, la compañía y el afecto de una familia. Al final de la película tampoco podemos asegurar sí Clemente ha optado por abandonar la obsesión por ese mundo solitario; lo que sí se afirma, es que él no es el mismo. Ha ocurrido una especie de milagro.
Respecto a esto, un tema importante en Octubre es sobre la religiosidad, vigente con una presencia-ausencia. Las celebraciones a la procesión del Señor de los Milagros, el fervor, los milagros y otros distingos de esta temporada, son una mera excusa para que se pueda contextualizar una historia de tres personajes inundados por la soledad. La tradición del “mes morado” apenas se asoma en medio de la historia. Una que otra vez se ve el peregrinaje de la procesión o la imagen fotográfica de un Cristo alumbrado por una vela y el murmullo de un rezo, más este, el mes de Octubre o, lo que representa, el Señor de los Milagros, nunca logra tomar una presencia absoluta, de ahí su ausencia. Los hermanos Vega titulan su película de tal forma que durante todo el transcurso haya una ruta inconsciente, que los sucesos de la trama sean relacionados con “nuestra” herencia religiosa. El que se tome la imagen del Señor de los Milagros (pintura exclusiva de la capital limeña) no ahuyenta a que el espectador externo, ajeno a esta realidad, de por ignorada la intención de la película. Cada localidad contiene un imaginario específico sobre lo que representa su religiosidad, sea esta manifestada en una imagen o en una simple creencia de fe. Lo que los Vega intentan provocar es que se interprete la realidad de la “soledad” (un tema universal) contextualizado desde, lo que para cada uno son, las leyes de nuestro imaginario (ideología, cultura o religión).
Octubre apuesta por un encuadre fijo. La estabilidad del enfoque y esa indiferencia de que los personajes siempre deben de permanecer dentro del cuadro, son rasgos que van caricaturizando la historia, esta vista como un prototipo comic. En un momento vemos a Clemente sentado en la parte trasera de un taxi, mientras que en la siguiente escena lo vemos tirado al borde de una calzada. Si existe un movimiento brusco que ponga fuera de escena o cercene la cabeza de alguien importante dentro de la escena, no hay necesidad de alarmarse. El estilo que proponen los hermanos Vega expresa un límite contextualmente narrativo. Octubre crea seriedad y credibilidad desde el desenvolvimiento de sus actores (en su mayoría del género de teatro) hasta la contemplación simplista de sus tomas cortas. Octubre, dentro de su minimalismo, encierra una segunda meditación luego de finalizado el filme. Los Vega, mediante la sutileza que tienen para dejar finales abiertos en la historia, provoca al espectador cuestionarse, desde su imaginario, sobre la conclusión de los hechos. Octubre es un filme logrado.

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