lunes, 12 de agosto de 2013

17 Festival de Lima: Día de pesca (Sección Paralela Gala)

Tal como se infiere en uno de sus títulos más celebrados, Historias mínimas (2002), el cine de Carlos Sorín está dispuesto de relatos que dentro de su sencillez y su mesura dramática aspiran a convertirse en crónicas artesanales, eventos que no pecan de pretensión sino de sensibilidad y una belleza natural. El cineasta argentino es promotor de un estilo de carácter bucólico. Sus locaciones plagadas de minimalismo y paisajes rurales, despliegan melancolía y la traducen en su versión más optimista. Al igual que Bombón, el perro (2004) o La ventana (2008), el último filme de este director es una invitación a la esperanza y a la reflexión.
En Día de pesca (2012), Sorín retorna a su espacio fetiche, la Patagonia, geografía que servirá de lugar de reposo para Marco Tucci (Alejandro Awada), un ex alcohólico recién rehabilitado que llega desde Buenos Aires en busca de un hobby y de una hija que no ve desde hace años. Similar a la mayoría de sus filmes, el director crea de un drama una fábula con aire de comedia. Es una ruta en vías al aprendizaje, aquello que en su tránsito será testigo de esas “historias mínimas”, el encuentro con pequeños personajes que van despertando afección y naturaleza humana. Tucci si bien es extranjero en estas tierras desconocidas, en su camino irá hallando algunas amistades furtivas, señas y ánimos que le darán cobijo y terapia a una alma arrepentida.
La redención es tema central en esta película. El protagonista principal, recuperado de su adicción irá en busca de aquello que un día fue extraviado. Por encima de seguir las pautas médicas, Tucci hace caso sobre todo a sus pautas espirituales. Renovar su vida implica hacer las paces con su hija a la que un día abandonó por culpa de su vicio. No cumplir dicha meta, implicaría el desgano o la pereza de seguir en pie con sus planes de pesca, aquello que ha decidido tomar como hobby como parte de su tratamiento. No pescar significaría el fracaso. El resentimiento y el perdón serán nudo dramático en el filme. Así como en Día de pesca, los personajes de Carlos Sorín son viajeros, personas errantes en busca de afecto; una road movie terapéutica.

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