Es con la película Donde viven los monstruos (2009) que
Spike Jonze aclara su inclinación por un cine fantástico. Luego de adaptar el
cuento infantil de Maurice Sendak, el director hace un cese a los proyectos de
largometraje para producir y realizar filmes de corta duración, los mismos que
pueden ser interpretados como un desfogue o búsqueda creativa. A medida que
continuó con el oficio de dirigir videos musicales a bandas –comúnmente
independientes–, Jonze fue generando algunas piezas fílmicas, por decirlo así, durante
sus entretiempos. Es por ello que la mayoría de estos fueron extensiones de sus
trabajos musicales. Tales son los casos de We
were once a fairytale (2009), cortometraje que se sustenta en crear una
historia en base a la canción “See you in my nightmares”, del rapero Kanye West;
el mediometraje Scenes from the Suburbs
(2011), trama que es una ampliación del video musical de “The suburbs” de la
banda canadiense Arcade Fire; y además el corto Don’t play no game that I can’t win (2011), que se orienta a una
historia alterna al video de la canción homónima de Beastie Boys.
We were once a fairytale, protagonizado por el mismo Kanye West, se centra en
una noche de juerga del rapero. Es una especie de contemplación satírica al
lado apático de la fama. Como en Being John Malkovich (1998), Jonze enfrenta la realidad con la ficción. En la
trama vemos a West, tambaleándose entre la multitud, como un personaje
insoportable, perturbando y aguando la fiesta a todo el que se le cruce. A
partir de esto, se devela el lado paradójico del filme. Este lado menos gozoso
de la fama refracta un sesgo abandonado y solitario en el cantante. El corto
cierra con un aislamiento del rapero y un posterior absurdo. La fantasía
irrumpe en medio de este docu-ficción en donde West termina por expurgar algo
que germina desde sus entrañas. Hay una suerte de alegoría a la
muerte-sacrificio de una parte del artista. El final, en contraste a la
fastuosidad de una discoteca, es totalmente melancólico (suena “Para Elisa”). Don’t play no game that I can’t win es
más un ejercicio lúdico. Un montaje minimalista y un puñado de muñecos
representan un circuito de aventuras de los Beastie Boys. Jonze juega a la
narrativa serie B, elementos bizarros y un humor jocoso. Una versión burlesca
de lo que por ejemplo hacía The Beatles en su serie animada.
Scenes from the Suburbs se podría decir que es lo más realista de Spike Jonze
desde su corto documental Amarillo by morning (1998), filme centrado en el “sueño americano” que viven dos
adolescentes en pie a convertirse algún día en reconocidos cowboys. Scenes from the Suburbs radica del video
musical de Arcade Fire que hace un retrato de la amistad bajo una mirada
nostálgica. Aquí la violencia –otro tema central de este mediometraje– es una
especie de frontera que corrompe y frustra la memoria. Los recuerdos del
protagonista principal son borrosos, divididos por extractos o remembranzas. A
medida que se cuenta intensivamente la historia, se manifiesta un contexto que
golpea la tranquilidad de unos personajes dentro de un mismo barrio, trayendo
consigo posteriores rezagos. Aquí la fantasía no tiene espacio, algo que sí se
manifiesta en I’m here (2010) y Mourir aupres de toi (2011), como en los
filmes inicialmente citados. Estos dos
filmes, a pesar ser cercanos a sus primeros, es preciso tratarlos independientemente
ya que comparten un tema en común y que posiblemente encauce el cine de Jonze a
un nuevo perfil.
I’m here es de seguro la película más celebrada y querida durante esta etapa del
director. La historia de amor entre dos robots que conviven entre humanos, es
de por sí un retrato especial. Lo cierto es que este carácter se revitaliza aún
más al manifestarse la personalidad, casi contraria, de esta curiosa pareja.
Existe en esta relación una mecánica del “yin yang”. Es la comunión entre el
introvertido y la extrovertida. Hay entonces una química fuera de lo común, lo
que abre paso a una relación más sacrificada. I’m here específicamente trata sobre el amor sacrificado. La
atmósfera del amor de verano de repente es irrumpida por una que huele a
melancolía. Similar caso se expone en Mourir aupres de toi. Dos amantes de mundos distintos –el vampírico y el shakesperiano–,
aunque ambos inmersos a historias trágicas, se enamoran. Aquí el idioma es más
cómico, pero no deja de expirar el drama. Temas como la soledad o la muerte
flotan dentro de este universo. Desde Donde
viven los monstruos, Spike Jonze no ha abandonado tanto la fantasía como la
personalidad melancólica de sus héroes. Mientras tanto, la amistad y el amor se
han convertido en sus aliados para crear sus historias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario