A pesar de que la
fílmica de Joao Pedro Rodrigues siempre ha manifestado cuotas que nos
transporta a realidades extrañas, su último filme luce más insólito que lo
anterior. O ornitólogo (2016) narra
la historia de Fernando (Paul Hamy) un investigador de aves haciendo su oficio
en un bosque ubicado entre la frontera de Portugal y España. Un accidente y su
encuentro fortuito con unas turistas extraviadas será el quiebre de la
coherencia argumental y material de la película. Profecías demenciales aludiendo
al imaginario cristiano y un muestrario de cuotas carnavalescas y legendarias se
alían para recrear un fragmento en la vida San Antonio de Padua. Es decir, un
extracto de la cristiandad se verá desenvuelta en terreno pagano y bajo una
lógica surreal.
O ornitólogo puede ser interpretado como un relato del protagonista siendo
absorbido por una realidad ajena. Así como el apareamiento canino en O fantasma (2000) o la visión
fantasmagórica en Odete (2005), vemos
también a un protagonista siendo persuadido a ingresar a un terreno excéntrico o
fantástico que resulta un medio de escape de su vacía existencia. El personaje
de Fernando, a partir de sus acciones frente a un teléfono al que prefiere no
asistir, da pautas de contener también un aire solitario, llenando su rutina
entre aves y lo que no tenga que ver con la naturaleza humana. Ni si quiera un
auxilio a su persona induce al hombre a ser sociable frente a sus rescatistas.
Entonces, a partir de ese encuentro, se gesta la oportunidad para separarse de
su realidad o soledad, reencarnando en lo mítico, dejándose seducir por la
carnalidad sin necesidad de asistir a lo tangible.
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