Ameno y, en cierto
punto, emotivo autorretrato de un hombre y su proximidad a la muerte. Pero
Kvesic es director, guía y protagonista de su rutina como escritor,
coleccionista de libros, fumador empedernido, dueño de un perro, esposo
desterrado del lecho marital por culpa de sus ronquidos, cuñado de una mujer a
la que comprende a un más que su propia esposa. Dum spiro spero (2016), en alusión a la frase de Cicerón (Mientras
respiro, espero), en efecto, es un documental sobre un hombre que no deja de emprender
su rutina, mas no deja de preguntarse en cuanto a su realidad y posterior
ausencia. Sin embargo, este es un cuestionamiento optimista. El fatalismo es
ajeno a este filme en donde un hombre ha aceptado a la muerte como secuela y efecto
natural. Su “víspera” a la consumación es ajena a la agonía anímica o cualquier
síntoma de pánico.
Este filme croata me
recuerda en parte a Michael Keaton grabándose así mismo en My life (1993), a fuerza de dejar “algo” a ese hijo que no
conocerá. Dum spiro spero es un como
un paseo a una tienda de artículos, todos aludiendo a la vida de Kvesic, desde
sus libros hasta sus chucherías. En adición, el autor es consciente del peso emocional
de cada objeto, pero también de la futilidad de ciertos. Al igual que Keaton, Pero
Kvesic, más que asistir al cine, parece asistir al registro casero, etiqueta
que, además de preservación, exige observación, en este caso, al de un hombre
sociabilizando con la muerte y educando a porqué no hay que temerla.
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