Más de lo mismo. Dos
películas en donde las rutinas de sus protagonistas dialogan con respectivos
territorios. En Winter Sun (2017), dos
ancianos desencajan en la ciudad de Sarajevo. La directora Pilar Palomero
registra a una pareja de ancianos mientras aguardan a la intervención médica de
uno de ellos. Los registra antes de acostarse, durante el almuerzo, en un paseo
matutino. Es el observador que no se entromete y va preparando el terreno para
el contraste final; el triunfo de la correspondencia territorial, a pesar de lo
dramático que haya resultado el viaje.
En Self-portrait; Sphinx in 47 KM (2018),
en una comunidad china, el comunismo no ha sembrado más que un estado carente reflejado
a través de la ausencia de un hijo –al que se extiende la clásica dicotomía de
ciudad campo – y de agua. En paralelo, la directora Zhang Mengqi intercala el
brote esperanzador; una niña educándose, siendo una de sus materias el inglés.
Un filme de postura política que cuestiona las tradicionales, incluyendo la
ruralidad, a la cual parece asociarla a lo caduco. Basta ver la escena en donde
un joven le repite a un anciano el oficio al que se dedicará.
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