Hasta el 30 de noviembre se podrá ver online y gratis la Sección Oficial del Festival Márgenes. Comento tres películas de su programa que comparten más de un rasgo.
En Las ciudades imposibles (2018) el director Chuz Domínguez hace remembranza a una fantasía colonialista: la fundación de un número de ciudades en el territorio nombrado por la Corona Española como la África Occidental Española. El proyecto, ideado a principios del XIX, que juraba sería el lugar de retiro para los colonos españoles, nunca se hizo realidad. ¿Cuáles fueron esos impedimentos? Domínguez lo responde mediante dos cauces: el registro histórico y el registro actual. En primer aspecto, son las imágenes del fotógrafo Bonifacio Hernández Gil tomadas finalizada la Segunda Guerra. En segundo aspecto, son las secuencias fílmicas del actual Marruecos, justo en las zonas en donde se prometía el oasis español. Sendos registros hablan por sí solos. Es el retrato de la ilusión y el retrato del fracaso. A estos se adjunta el registro testimonial, el del pensamiento de la España franquista con rezagos colonialistas. Y es que no solo fueron las condiciones climatológicas las que impidieron la fundación urbana, sino también dicha conciencia pasadista. Chuz Domínguez parece inspirarse en Chris Marker, no solo por su crítica al sujeto colonial, sino porque su discurso fotográfico emula a La jeteé (1962), que por muy histórico, los testimonios de su documental funcionan como un discurso ficcional y distópico.
En Las ciudades imposibles (2018) el director Chuz Domínguez hace remembranza a una fantasía colonialista: la fundación de un número de ciudades en el territorio nombrado por la Corona Española como la África Occidental Española. El proyecto, ideado a principios del XIX, que juraba sería el lugar de retiro para los colonos españoles, nunca se hizo realidad. ¿Cuáles fueron esos impedimentos? Domínguez lo responde mediante dos cauces: el registro histórico y el registro actual. En primer aspecto, son las imágenes del fotógrafo Bonifacio Hernández Gil tomadas finalizada la Segunda Guerra. En segundo aspecto, son las secuencias fílmicas del actual Marruecos, justo en las zonas en donde se prometía el oasis español. Sendos registros hablan por sí solos. Es el retrato de la ilusión y el retrato del fracaso. A estos se adjunta el registro testimonial, el del pensamiento de la España franquista con rezagos colonialistas. Y es que no solo fueron las condiciones climatológicas las que impidieron la fundación urbana, sino también dicha conciencia pasadista. Chuz Domínguez parece inspirarse en Chris Marker, no solo por su crítica al sujeto colonial, sino porque su discurso fotográfico emula a La jeteé (1962), que por muy histórico, los testimonios de su documental funcionan como un discurso ficcional y distópico.
Y hablando de utopías,
en Ata tu arado a una estrella (2017)
la directora Carmen Guarini expone la duda al significado de dicha palabra.
Aquí el héroe es Fernando Birri, figura crucial del nombrado Nuevo Cine
Latinoamericano, uno de los fundadores de la Escuela de Baños y promotor de
tantos proyectos desinteresados con la comunidad latinoamericana. Este
documental en principio nos remonta a la década de los 90. A sus setenta años,
Birri se preguntaba por el concepto de “utopía”, a propósito de los 30 años de
la muerte del Che Guevara. Fue imposible para entonces la proyección del
guerrillero, ¿lo seguía siendo 30 años después? Es decir, ¿la utopía es siempre
utopía o imposibilidad?; se cuestiona Birri. Inicia así un recorrido del
cineasta en busca de testimonios y respuestas. Figuras como Ernesto Sábato y
Eduardo Galeano ceden sus opiniones, mientras tanto la directora filmando en
detrás de cámaras. Qué significativo este segmento. Guarini en su deseo de solo
registrar la figura, personalidad, compromiso y lucidez de Birri, crea también
un proyecto que estimula a revalorar al cine como medio que atrapa al tiempo,
convirtiendo el pasado en algo vigente. El cine y lo que figura en este no
caduca. Y lo mismo sucede con el director argentino, quien veinte años después,
a sus noventa años, sigue tan consecuente y actualizado. Esa es la segunda
parte del filme, que hace retorno automático a la obsesión de Fernando Birri:
la utopía.
En Construindo pontes (2017) la directora
Heloísa Passos también encuentra y revela viejos registros. Estas son las
filmaciones que su padre tomó para cuando era uno de los ingenieros encargados
en construir puentes y canales por encargo de la entonces Dictadura Militar en
Brasil. La fuente fílmica se convierte en un libro de historia, que no solo despierta
el recuerdo de la coyuntura de entonces, sino también invita a la crítica
reflexiva y al debate, el cual se entablará entre la directora y su invitado,
su padre, un simpatizante de las políticas militares. Quién mejor que él para
estimular la conversación frente a la hija que denota a lo militar como sujeto
de coacción y atraso social. El espectador entonces va siendo testigo de cómo
padre e hija disponen posturas contrarias. El documental entonces apunta a una
porfía política, pero solo en un inicio, pues de pronto el debate escala a la
discusión. Es la directora asumiendo un ánimo airado e incluso dictatorial. Construindo pontes en efecto puede ser
un filme concebido como un esquema de la brecha política que hoy es más profunda
en la nación brasileña, pero es sobretodo un documental que descubre un
distanciamiento íntimo. La idea de nación partida en dos no está lejos de la
relación entre el padre y la hija. Heloísa Passos adopta su proyecto fílmico
como medio de reparación personal, el deseo de crear un puente hacia su padre,
con quien decide convivir después de mucho. Es una negación a lo utópico.
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