Las primeras
secuencias de la ópera prima de Franco Finocchiaro nos anticipan a un drama
familiar asimilado con humor. Miguel (Miguel Iza) es un padre que enfrenta una
reciente separación, y algo nos dice que este acontecimiento es apenas un
preámbulo a una etapa atada a una serie de acontecimientos infaustos. Larga distancia (2019) apunta a ser una
historia sobre un hombre tocando fondo de manera involuntaria; es decir, una
maraña de castigos o coincidencias que recaen en un personaje que tiene pinta
de no merecerse tal desilusión. A diferencia de otras comedias que se refieren
a individuos negligentes padeciendo una cuota de lecciones a manera de karma,
Finocchiaro opta más bien por poner en el paredón a un sujeto inofensivo y corriente
que no tiene más pretensión que el fantasear con recuperar su antigua vida. En
paralelo, la historia del segundo miembro de esta familia de a dos se convierte
en otro estímulo de la historia.
Larga distancia se turna entre la rutina del padre sufriendo para sus
adentros y el de Camila (Valquiria Huerta), la hija adolescente, callando un
amor secreto. Ambos, de alguna manera, reprimen sus emociones pasionales y lo
sobrellevan independientemente. Será un retrato de familia, pero aquí los
miembros están cada uno por su lado. Finocchiaro no opta por el típico retrato
de lazos familiares construyéndose o enmendándose. Ese es el punto curioso de
la película. Miguel y Camila parecen asumir el rol de padre e hija más por
costumbre que por compromiso. En su lugar, ellos se nivelan a una relación de
“conocidos” con momentos de confidencia. La adolescente le llama la atención al
padre por su comportamiento luego que mamá se marchó. El padre acepta la
opinión dura, aunque sincera de su confidente, pero luego recuerda que debe
asumir su rol de padre y solicita a la hija un poco más de respeto hacia su
persona.
La película de Franco
Finocchiaro parece inspirarse en el teen
comedy, no solo por esas referencias fantásticas que mezclan el espacio
exterior con Drácula, sino porque su protagonista adulto no está lejos al
razonamiento de un adolescente. Por otro lado, no es una película aleccionadora
o que compone a los personajes. Larga
distancia es la contemplación y desfogue de una temporada crítica para dos
personajes en donde no se da lugar a los cuestionamientos, no se razona el
drama, el porqué se marchó la esposa o no llegó la hija temprano a casa. Salvo
por ciertos detalles, no es un filme que recae en esos clichés, efecto que por
instantes tiene un doble filo en esta historia sujeta a lo ordinario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario