lunes, 12 de octubre de 2020

27 Festival de Valdivia: Fauna (Gala)

Lo más memorable que Nicolás Pereda ha realizado desde Verano de Goliat (2010). En su nueva película, así como en la mayoría de sus filmes, el director mexicano juega a confundir los roles de la realidad y la ficción. Sucede que en su historia los personajes parecen emular lo que “son” en un plano de lo real o fuera de la pantalla. Gabino Rodríguez encarna a Gabino, mientras que Francisco Barreiro es Paco, quien, curiosamente, dentro de la ficción, es un actor que también participó en la serie Narcos. Pereda repite además a los actores que juegan a ser los padres de Gabino, situación que surge en su película Los mejores temas (2012). Esto sugiere dos estímulos que condimentan el estilo del director. Por un lado, esta repetición bien nos podría tentar a consultarnos si el vínculo familiar entre estos actores es verdadero o invento. Es decir, nos impulsa a evaluar la naturaleza de lo real, a pesar que estamos tratando con una ficción. Por otro lado, se manifiesta un gesto autorreferencial en la película, en donde Pereda citaría una anterior película suya. En este caso, una expresión que nos alienta a relacionar a las ficciones.

En la trama, la actriz Luisa (Luisa Pardo) visita la casa de sus padres junto a su novio Paco. A la visita, se suma Gabino, hermano de Luisa, y con ello se inaugura una estadía incómoda para el ajeno de la casa. Posiblemente, esa impresión incómoda tenga que ver con que Paco aparezca en la serie Narcos. En una formidable escena, el padre de Luisa persuade con un tono particular a Paco para que este improvise un diálogo del personaje que representa en la reconocida serie. Esta situación es significativa y constante en la filmografía de Pereda. El director crea escenarios en donde se gestan ficciones dentro de la misma ficción. Es el ejercicio narrativo que se le conoce como “caja china” dentro de un ámbito literario. ¿Qué implica esto? La historia genera sus propios quiebres dentro de su orden real. Paco, luego de percibir cierta aspereza de parte del hermano y el padre de Luisa ante la insistencia de estos por hacer un ejemplo de sus dotes actorales, se retira del bar en donde se encuentran. Los presentes piensan que se molestó, sin embargo, retorna posesionado por el personaje de la serie. Comienza a hablar como un narco. En tanto, el hermano y el padre se convierten en espectadores al ser testigos de una ficción dentro de su propia ficción.

Pero eso es solo la primera mitad de Fauna (2020). ¿De dónde viene el título? De la ficción que emergerá dentro de la ficción de Pereda. Gabino le cuenta a su hermana el argumento del libro que está leyendo. Es así como se cierra la historia para trasladarnos a la representación de la historia literaria, la cual es personificada por los mismos personajes. Es la historia de un joven buscando a un hombre en un pueblo desconocido y hostil. Ahí conocerá a Flora, una mujer que busca liberar a su hermana Fauna de un matrimonio insidioso. Ahora, este relato que contiene una alta dosis de cine negro –la femme fatale persuadiendo a un sumiso desconocido para que le ayude a sacarla de un apuro–, además de compartir los mismos personajes de la ficción inicial –la del actor visitando a los padres de su novia–, decide revertir los roles expuestos en la anterior ficción. En la historia de Fauna, Gabino hace el papel del hombre sumiso en un poblado incógnito para él, rol que asumía Paco en su papel como novio de Luisa, quien en la historia de Fauna hace más bien el papel del personaje hostil que, indirectamente, obligará a actuar al sumiso Gabino, como este lo hizo en el bar cuando hacía del hermano de Luisa.

Es así cómo es que las dos ficciones de Pereda comienzan a remedar otras características. En ambas ficciones, tenemos a un personaje dócil adentrándose a un lugar desconocido y hostil. Luego, sendas revelan escenas en donde los protagonistas actúan a pedido de otro protagonista. Los dos relatos mencionan además un nombre de un minero desaparecido. Estamos tratando por lo tanto de un caso más de lo autorreferencial; Pereda citando sus propias ficciones. Fauna es un ejemplo de una doble representación metaficcional: la novela que alude a una ficción, la ficción que alude a una realidad. La metaficción es una constante en el cine de Nicolás Pereda, director obsesionado con inventar sus historias partiendo desde las alusiones de lo real. No en vano muchas de sus películas se asocian o fingen ser un registro documental, se sustentan en base a testimonios, fuentes míticas o hasta poemas, como sucede en su reciente Mi piel, luminosa (2019), codirigida por su actor fetiche Gabino Rodríguez.

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