lunes, 5 de octubre de 2020

XI Festival Al Este: Ich war zuhause, aber (En Competencia)

William Shakespeare siempre ha sido asociado a la tragedia teatral. Sus obras más conocidas tienen pues tantas muertes como las tendría una película de Quentin Tarantino. Lo cierto es que en medio de tanta tragedia, se gesta una comicidad involuntaria, posiblemente, producto de la sucesión de muertes, en su mayoría, absurdas o innecesarias. Pueda que solo sea mi lectura personal y esté pecando un tanto de mi dosis de humor negro. El hecho es que tengo el presentimiento que Angela Schanelec también ha leído las desventuras del joven Hamlet con un sentimiento humorístico. En su nueva película, Astrid (Maren Eggert) y sus menores hijos lidian con un luto que ya tiene tiempo de acontecido, pero que los deudos viven como algo muy reciente. Estaba en casa, pero… (2019) es una película que retrata los síntomas de una tragedia, sin embargo, existen secuencias que están dominadas por dosis de comedia. Ahora, no siento que sea gratuito que en la escuela de uno de los hijos, los alumnos pasan horas practicando una adaptación de Hamlet. Por un lado, una excusa es el tópico del padre muerto y el hijo desorientado ante el acontecimiento. Eso es lo que sucede: el hijo de Astrid decide abandonar la escuela y refugiarse en un bosque dominado por la “locura”. Por otro lado, está el vínculo de lo teatral y cómico. Se manifiesta un luto con gracia.

El solo atender a Astrid ya es un estado de delirio. Entendemos que la mujer tiene un colapso emocional. Ella sufre y se desquita con cuanto se le cruce, sea un amigo o un buen tipo que le vendió una bicicleta defectuosa –¿o tal vez era ella la defectuosa?–. Incluso, por momentos, su perfil de madre se ve embargado. En consecuencia, los hijos se convierten en víctimas de sus gritos y berrinches. En vista general; es un panorama deprimente y alarmante de una familia en plena crisis. El hecho es que estamos pasando por alto detalles, mofas que provocan una paradoja. Schanelec va minando esta historia con secuencias o acciones –que de hecho resultan ser gags– cómicas. Es un humor particular que por momentos me recuerda a Toni Erdmann (2016), a propósito de su comedia incómoda y un tanto reflexiva. El principio de Estaba en casa, pero… nos antecede a que seremos testigos de una extrañeza. Tenemos un espacio idílico y naturalista en donde un conejo corre por su vida a campo traviesa; es tan hermoso como violento. Luego vemos a un perro –comiéndose al conejo– y un burro. Lindos, pero hay algo deprimente. Entonces empieza la historia de una tragedia familiar, en donde Angela Schanelec hace reflexiones académicas y existenciales sobre los actores actuando frente a la muerte o la depresión, un hombre con voz robótica, gritos en el ámbito doméstico y bailes en hospitales. Divertida y sombría paradoja.

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