viernes, 27 de noviembre de 2020

35 Festival de Mar del Plata: Nosotros nunca moriremos (Competencia Internacional)

Una historia modesta, pero relatada mediante una sensibilidad que no deja indiferente. Lo que cautiva de la película de Eduardo Crespo es que de este retrato trágico se logra emerger un sentimiento de calidez. Hay algo de gozoso en esta marcha fúnebre. Nosotros nunca moriremos (2020) inicia con el descubrimiento de un cadáver, escena que curiosamente no se figura dramática o sórdida. Es un día en la mañana en un área rural y un apacible cuerpo parece reposar en medio de la naturaleza. Lo que sigue es la madre y el hermano adolescente del fallecido pasando por el protocolo –tanto burocrático como sentimental– que implica el reciente luto. Veremos a estas dos personas desplazándose con aflicción, aunque se denota mucha serenidad por parte de estos. Es tal vez el efecto del shock o el estado que implica toda una revuelta de preguntas que suscitan en este momento: ¿Qué sucederá ahora? ¿Seguiremos teniendo una vida normal? ¿Existe vida después de la muerte? ¿Habrá algún reencuentro con esa persona que no se despidió de los suyos?

A propósito de la coyuntura, Nosotros nunca moriremos tienta a anticiparnos de que seremos testigos de un crimen. Este no es el caso. La película de Crespo es una mera contemplación a los deudos, un acercamiento a sus sentimientos y pensamientos que se les viene ante la reciente desaparición del ser amado. Lo importante es distinguir en cómo uno u otro reacciona. No solo es el pesar de la madre y el hermano, sino también el de su pareja o los colegas de trabajo. Ninguno de estos gestos peca de simplicidad. Cada uno es tan valioso como el otro. Nosotros nunca moriremos genera mucha emotividad, pero sin dolor. Eduardo Crespo niega la idea de representar cualquier reacción trágica. Incluso en el momento más dramático, el director se resiste a asistir al dramatismo convencional. Este es un drama orientado por un aliento reconfortante. Hay momentos de lágrimas y de oscuridad, pero se haya mucho consuelo en esto. Es una película que me retrae a ese efecto de la poesía bucólica; relatos dramáticos en escenarios idílicos. Hay mucho romanticismo en esta película, empezando por el desaparecido, una suerte de poeta feliz y trágico que decidió descansar entre la naturaleza. Todo un romántico.

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