jueves, 22 de abril de 2021

Oscar 2021: Better Days y Another Round

No deja de ser interesante que el escenario de fondo de un retrato de bullying sea el “gaokao”, conocido examen anual de admisión a la universidad implementado por el estado chino, prueba de alta exigencia educativa para los adolescentes que no deja de contrastar con un sistema que para entonces –la historia acontece en el 2011– no medía la degeneración moral que implicaba la falta de atención al acoso escolar. Better Days (2019) se inspira en un caso real de una niña víctima de sus compañeros de clase. La vemos a ella y a tantos otros niños de su colegio preparándose para la gran prueba. Lo cierto es que faltando a un mes del examen, Nian (Dongyu Zhou) no solo tendrá que lidiar con la presión de los estudios, sino también con la violencia verbal y física sometida por un grupo de compañeras. El director Derek Tsang aborda esta historia desde una lectura social. En paralelo a la vida escolar, está la vida en las calles. La vida del colegio es similar a la vida fuera de este. Es como si la sobrevivencia entre los niños y los adultos estuviera sometida a una ley del más fuerte, siendo los grandes damnificados los que de alguna manera resultan ser los huérfanos sociales. Es una realidad que, obviamente, no podría ser medida –al menos no con exactitud– por un test de cultura general. Better Days avista ese punto ciego de un sistema que se presenta como exigente para prosperidad de las generaciones más jóvenes.

Another Round (2020) relata la historia de cuatro amigos y profesores de un colegio en Dinamarca poniendo a prueba cuáles son las implicancias del aumento gradual de alcohol en su cuerpo durante su rutina laboral. El director Thomas Vinterberg se respalda de esta “fábula” para poner sobre la mesa un tema que posiblemente genera una gran divergencia en la comunidad danesa, y aún más fuera de esta: el consumo de alcohol como costumbre. La historia inicia con el esquema de un ritual adolescente que equivaldría a que el beber es un placer tradicional e incuestionable que incluso admite ese tipo de ceremonias en donde los más jóvenes se introducen a esa costumbre. Esta es la antesala a la sociedad de amigos que pasan de ser aspirantes a científicos a hombres absorbidos por el vicio, tratamiento que además no deja de ser un liberador anímico de una sociedad cohibida, tal vez, por las propias exigencias que implica el rol de padre de familia.
Este es el factor que hace contraste a la comedia –provocado por ese cambio del experimento serio a la travesurilla de una pandilla de borrachines–, por ejemplo, a partir del retrato de Martin (Mads Mikkelsen), hombre agobiado por un comportamiento soporífero que en algún punto de su vida adquirió. Another Round se convierte en drama a medida que observamos la vida íntima de este individuo y luego las consecuencias de la experiencia del beber cuando no se debe. Ahora, lo curioso del filme es el subrayado de su secuencia final. Thomas Vinterberg parece dejar en claro que a pesar del aprendizaje adquirido por sus protagonistas, su relato no dispone una moraleja o mensaje aleccionador. Es como si este cierre tomara distancia a definir una postura, la cual deja a que el mismo espectador fabrique la que mejor le parezca.

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