En la película de Pete Ohs convergen un puñado de situaciones. Reducir esta historia a un testimonio engendrado por la marea del #MeToo, sería pasar por alto una serie de sensibilidades. Jethica (2022) inicia con un arranque misterioso: una mujer hace remembranza de la vez en que se convirtió en asesina. Su memoria nos lleva al área desértica de Nuevo México, refugio de solitarios y paso de fugitivos. En efecto, las dos protagonistas de este relato calzan dentro de esos patrones. Hasta aquí hay un aire al thriller. Elena (Callie Hernandez) le ofrece posada a Jessica (Ashley Denise Robinson), una vieja amiga de la escuela, quien le cuenta está huyendo de un acosador. El thriller se disipa y entonces inicia un drama de interés coyuntural. La visitante trae consigo una realidad que contagia de impotencia. Lo cierto es que esta evidencia era un ligero recreo para el thriller que ahora más bien trepa al psicológico. La paranoia es un velo que carga Jessica, el que, ciertamente, su amiga también ha comenzado a percibir. Ohs sabe trabajar la atmósfera y lo más atractivo es que lo fabrica a partir de la simplicidad.
miércoles, 16 de marzo de 2022
SXSW 2022: Jethica
De pronto, Jethica parece
alinearse a una película de terror, posiblemente una slasher. Existe la
posibilidad de que el acechador esté cerca de ese lugar baldío. ¿O es solo la
imaginación de la agredida? A propósito, el espectador comienza a asumir la
película desde la sensibilidad de la víctima. Este tipo de drama, en tanto, no
está lejos de lo terrorífico. Sin argumentar mucho, la película deja desde el
principio muy en claro el embargo que genera este tipo de violencia. La idea de
que en un desierto dos mujeres se refugian, mientras sabemos que hombres
merodean por el área, ya da mala espina. Ohs parece conocer hacia dónde van las
expectativas del público. Mejor para sus siguientes propósitos que serán
desatados por su giro fantástico. A partir de ahí suceden cosas inesperadas en Jethica.
El terror, la comedia e incluso un drama entre tierno y conmovedor sorprenden
en su transcurso. Por un lado, la historia promueve una “metáfora” sobre los
tortuosos efectos que desata el acoso, y, por otro lado, descubre el lado tal
vez compasivo de esas mentes frágiles que vagan allá afuera.
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