miércoles, 3 de agosto de 2022

26 Festival de Lima: Pakucha (Competencia Documental)

Película íntegra que reunió por última vez a Tito y Óscar Catacora, el primero en la dirección y el segundo como productor general. Pakucha (2021) es la primera realización en la que los hermanos puneños intercambian roles. Este documental nos hace bosquejo de un ritual ancestral practicado por una comunidad aymara y conducido desde las alturas de los Andes peruanos, escenario aledaño en donde se montó Wiñaypacha (2017). En referencia al título de este documental, es así como se le denomina al espíritu de la alpaca, la cual cumple además un papel de deidad para este imaginario. Los protagonistas de este testimonio, una familia de criadores alpaqueros, le rezan a la “pakucha” para que traiga fertilidad y de ella pueda nacer una nueva generación con una variada mezcla de pelajes. Lo que se verá será pues una síntesis del proceso de ese ritual, el cual no está lejos de la esencia y proceder de las otras ceremonias andinas. Aquí también hay un acto de pago a una divinidad, lo que no solo gesta la integración de todos los miembros, desde los más chicos hasta los más ancianos, sino que además es motivo de un acto celebratorio o jubiloso.  El rendirle tributo a un ídolo en favor de una buena “cosecha” en cierta forma está sostenido por un ánimo venidero, la premonición de la proximidad de una buena casta de alpacas que seguirá sosteniendo a la familia y a la tradición misma.

Pakucha es puramente el desenvolvimiento de estos criadores. Los vemos en las rutinas previas al acto ceremonial y el desarrollo de este. No hay más guía que lo que normalmente se podría contemplar. Esto, definitivamente, le otorga un valor etnográfico más objetivo a este documental. La mística de esta actividad se construye y explica por sí sola a partir de la actividad colectiva. Aquí un detalle importante, y es seguro que ello sucede con cualquier tradición de aquí o allá: lo ritual es una práctica que solo se puede preservar a partir de la acción colectiva. Pienso en los estertores de los personajes de Wiñaypacha. Tal vez el sino de esa pareja de ancianos hubiera sido distinto al contarse con la presencia de su hijo u otro miembro con el que pudieran hacer ofrenda a sus deidades.  En el escenario andino el protagonista de los mitos y leyendas siempre es una comunidad y es a partir de esta que nacen las cosas. La unidad solo puede ser representada por sus divinidades. Desde un orden urbano, pasa lo mismo. Ninguna sociedad se construye sin una colectividad. De ahí por qué recientemente vemos historias sobre un mundo andino degradándose a propósito de hijos que se marchan o familias a la que sus últimos miembros perecen de forma natural.
El rezo a la “pakucha”, así como otras tantas tradiciones, son actividades de participación colectiva, y eso se nota en este documental de Catacora. Todos los planos son grupales. Aquí no hay protagonistas en solitario o primeros o medios planos. Cada individuo tiene una función distinta, mientras que los otros, que supuestamente no tienen alguna en específico, cumplen la función de invitados. Estamos hablando de una celebración y no puede haber una sin invitados. Vemos de esa forma a todo un grupo cumpliendo el rol de una unidad inclinada a invocar a un espíritu que les otorgará el valor de cumplir con el ciclo de vida. Pakucha es un documental sobre la renovación de la vida. Lo cíclico es una palabra clave en el mundo andino. Lo que vemos es lo que han hecho una y otra vez familias de criadores alpaqueros: el acto de la celebración de cómo la naturaleza se renueva. Es decir; se diluye esa idea de muerte o consumación, siempre y cuando exista un gremio que mantenga el ciclo activo. Al margen de lo dicho, Pakucha tiene un lado melancólico, como casi todo lo andino, solo que esto tiene que ver con la desaparición física de Óscar Catacora. El documental dirigido por Tito por momentos parece un homenaje a su hermano. Los hermosos planos generales con una espectacular profundidad de campo, además de los encuadres o angulaciones que captan una mirada privilegiada de los rituales, recuerdan mucho a ese director que era la promesa del cine peruano.

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