Tras los primeros minutos, me adelanto al juicio de que estamos ante un nuevo universo distópico del que nos tiene acostumbrado el director Adirley Queirós. Este es un escenario que se descubre a la penumbra entre el ruido y la textura metálica, vemos a personajes que se perfilan como los sobrevivientes de una resistencia social, estos asediados de armamento militar, resguardados en fuertes o manipulando vehículos que refuerzan la idea de que estamos ante una época ajena a eso que llamamos “normalidad”. Lo cierto es que esta nueva historia del director brasileño es una realidad tan cotidiana y real como el mismo presente. Mato seco em chamas (2022), película codirigida con Joana Pimenta, hace una mirada a la coyuntura social y política de Brasil. Este filme se centra en la historia de dos mujeres habitantes de la favela Sol Nascente. Ellas, al igual que muchos de esa comunidad, tienen antecedentes penitenciarios, son prontuariadas reincidentes y viven de actos delictivos. Una de ellas acaba de salir de la cárcel, mientras que la otra es dueña de un negocio de petróleo que solo se comercializa dentro del perímetro de este territorio que parece emular a un western contemporáneo.
jueves, 8 de septiembre de 2022
TIFF 22: Mato seco em chamas (Wavelengths)
De hecho, Queirós y Pimenta juegan
con esa fantasía, el de unas cowboys desplazándose en un espacio hostil
en donde la ley se tiene que transgredir a menos que no quieras seguir con
vida. Obviamente, en un escenario estadounidense, suena a un relato de
aventuras. Muy a pesar, en ese lado de Brasil es más bien un relato dramático
el que se percibe. Mato seco em chamas es una ficción inspirada en hechos
reales, representados incluso por personas reales. Las biografías que los
personajes comparten son anécdotas verídicas, sus propias anécdotas. Este es un
filme de carácter testimonial. Queirós y Pimienta se alinean a esa corriente ya
común en Latinoamérica que se apropia de un discurso orientado por el “yo”, el
cual de paso descubre la voz de un “nosotros”. Y es que mientras las
protagonistas de esta película hablan de sí mismas, hablan también de su
comunidad. Somos testigos de un historial compartido, y este no solo resguarda
vivencias personales, sino también convivencias y conciencias sociales. Ahí
están las necesidades o carencias que describen al territorio de Sol Nascente,
lugar que, si bien ha sido contaminado por la delincuencia y las drogas, no
deja de dar señas de emprendimiento, no conformismo, la necesidad de querer
revertir su realidad. Este es una población orientada por la resiliencia.
Mato seco em chamas es de interés porque hace un
retrato social desde un perfil etnográfico. Las dos protagonistas, sus dramas,
su activismo político de una, las canciones que cantan o escuchan se convierten
en una guía de los rituales que predominan en una comunidad ubicada en la periferia
de Brasil. A propósito, es que emerge también una dialéctica con el exterior,
ese pensamiento social y político que está tomando más fuerza y presencia
actualmente en ese país. Queirós y Pimienta, sin mencionarlo, dejan en claro
que Brasil es una nación partida. Como consecuencia, una brecha social se
descubre. Ahí está esa patrulla policial que merodea por la favela o esa marea
de personas respaldando la política de Jair Bolsonaro. Ambas referencias son
como los momentos en que se genera un gran contraste respecto a lo que hemos
visto a lo largo de la película. Es una realidad distinta y hasta surreal. Ya
luego asimilada la realidad que se vive en el escenario, resulta de ciencia
ficción una política de toque de queda con drones sobrevolando en un territorio
que se resiste a fallecer ante tanta restricción de derechos. Mato seco em
chamas es, por último, un llamado de auxilio, una crítica social a las
normativas contra los expresidiarios. Es por esa razón que Adirley Queirós y
Joana Pimenta no dudan en crear una transficción, a causa de momentos en que
parece tratamos con un documental. La película es básicamente un micro abierto
a la sociedad, dinámica que asumen otras importantes películas de ese país como
Baronesa (2017), de Juliana Antunes, o Sete anos em Maio (2019),
de Affonso Uchoa.
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