Una película breve, aunque efectiva, que combina los tópicos de la fantasía del matrimonio y la inmigración forzosa. Valeria (Dasha Tvoronovich) acaba de llegar a Israel para casarse con su cibernovio a quien conoció por medio del esposo de su hermana, otra ucraniana que también se casó bajo esa modalidad. Valeria is Getting Married (2022) manifiesta un estado de ánimo inquietante. A inicio de la película, cuando ni si quiera tenemos en claro con quienes estamos tratando, una banda sonora tensa resuena en nuestros oídos. Hasta ese momento parece que nos enfrentamos a un thriller o algo más siniestro. Ya para cuando conocemos a los personajes, diríamos que tratamos con una situación no tan dramática; muy a pesar, la sospecha ha sido implantada. La música ha encendido una serie de prejuicios que deviene de las tradiciones matrimoniales en Israel. Para mayor conocimiento, ahí están películas como Late Marriage (2001) y Gett, the Trial of Viviane Amsalem (2014). Sucede también que ese comportamiento forzado de la hermana de Valeria hacia su esposo parece advertirnos que el nido de amor no es tan cálido después de todo. Dada las circunstancias, se entiende el esfuerzo de la mujer debido a que su hermana menor está a un paso de asumir ese mismo rol que bien podría derivarla a una vida asociada a la conformidad.
sábado, 10 de septiembre de 2022
TIFF 22: Valeria is Getting Married (Contemporary World Cinema)
La directora Michal Vinik nos
adentra a una historia sobre mujeres que deciden escapar de su país y como
saldo deberán sacrificar cualquier idea romántica sobre el matrimonio o el gozo
del pleno derecho, tomando en cuenta que en su calidad de migrante deberá
cumplir con un plazo de espera para ser ciudadana y que el solo hecho de ser
mujer la pondría en desventaja respecto a una sociedad tradicionalmente
patriarcal. Es decir; además de obligarse a querer a un desconocido, Valeria
tendrá que sobrevivir a una brecha social y de género. Aunque insensible, resulta
entonces oportuna esa broma de una persona cuando se refiere a que Valeria
siempre podría asumir el destino final de Anna Karenina si en caso su acuerdo
matrimonial no fuera como lo esperase. Valeria is Getting Married es una
lectura tolstoyana moderna, en donde las mujeres ya no piensan en la seguridad
económica, sino en su seguridad como ciudadanas. Actualmente, Ucrania vive una
guerra, pero ya desde hace años ese país ha vivido una guerra interna
consecuencia de un partidismo de identidades nacionales. Eso provocó en dicha
nación un conflicto interno que llevó a un derrocamiento y luego rezagos de
enfrentamientos políticos. En tanto, de ser el caso, resultaría comprensiva la
desesperación de Valeria.
Ahora, lo interesante de la
película es que Vinik no opta por una explosión de emociones. La presencia de
Valeria en Israel es resultante de un razonamiento que queda para la
imaginación. Si ella está ahí para estar más cerca de su hermana, querer romper
lazos con un país en conflicto o en busca de una salida que la aventaje de la
realidad que le espera en su terruño no lo sabremos con exactitud. Lo único certero
es que ella está ahí no por discernimiento propio, sino por “algo” que la forzó
a llegar hasta ese punto. Ahora, podríamos especular que su acción fuera el
síntoma de una operación que se está convirtiendo en una tradición, algo
recurrente en mujeres de su país y que, obviamente, del otro lado, se ha
convertido en una situación a la que se le puede sacar provecho financiero. Estamos
ante un caso sobre cómo el sentimiento se ha convertido en fuente de lucro. Valeria
is Getting Married, sin necesidad de complejizar la naturaleza de sus
personajes, es lograda por el solo conflicto que propone. Este genera
drama, pero también instantes de comedia. Michal Vinik tal vez asume esa trascendencia
del síndrome de Anna Karenina como una situación entre divertida y absurda —como
quedarse encerrado en un baño mientras el novio espera afuera—, pero que no
deja de ser real y alarmante.
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