El seudodocumental Crespia, the Film not the Village (2003) y la lasciva y vampírica Historia de la meva mort (2013) son las películas de Albert Serra con una narrativa más cercana a lo tradicional. Pacifiction (2022) no solo ingresa a ese grupo, sino que además se orilla a un cine de género, específicamente, el cine político con insinuaciones al thriller. Esta es la historia de un diplomático francés que comienza a ser víctima de la inquietud a raíz de unos rumores que indican una posible reactivación de prácticas nucleares en su área de vigilancia, la Polinesia Francesa. Tras la llegada de un cuerpo de marinos franceses a una de las islas del territorio, De Roller (Benoit Magimel) no deja de preguntarse si es acaso la confirmación de eso que advertían algunos locales dispuestos a anticipar una ofensiva. Lo que veremos entonces será al asignado francés intentando indagar y apaciguar, saltando de isla en isla, eso sí, siempre dominado por una personalidad serena, casi tomando la situación deportivamente. Su tránsito simula ser un tour vacacional. Tiene que ver también el que este sea un escenario con casinos, lugares de reposo, incluso una iglesia rodeada por una naturaleza paradisiaca. Iglesia que ciertamente está molesta por esa infestación de banalidad. No es gratuito que en algún momento al diplomático se le escapa una referencia a la Cuba antes de la revolución.
miércoles, 9 de noviembre de 2022
37 Mar del Plata: Pacifiction (Autoras y Autores)
Es de esta manera que Serra comienza
a insinuar un tono satírico, a propósito de cómo un tema político tan serio se
desenvuelve entre borracheras, bíceps descubiertos y paseos en lancha. “Política
de discoteca”, anuncia casualmente De Roller. Cualquiera diría que aquí no va a
suceder una catástrofe, no si ves a los supuestos actores de esta tensión
compartiendo una misma pista de baile. Es un cuadro entre absurdo y obsceno, no
tan lejano al sentido de las secuencias libertinas que acontecían bajo las
sombras de los bosques alemanes en Liberté (2019). Aquí la política va a
contra natura. Pacifiction tiene varios de esos momentos en donde se
describe un espacio de circuito cerrado con un ambiente pesado y embriagante.
Es una simulación hipnótica, una puesta en escena que es constante en el cine
de Albert Serra. La idea de crear un escenario escaso de luz natural que cobija
a una sociedad secreta no es más que una forma de representar a una época o
tradición aplastada por un sentimiento oscurantista. Sucede en casi todo el
argumento de Liberté, en los aposentos de un monarca moribundo en La mort de Louis XIV (2016) o en el instante en que Casanova recibe el abrazo
final del conde Drácula en Historia de la meva mort. Esas puestas son
además una antesala al principio de un cambio temporal aparentemente calmo o
romántico a uno caótico. Pacifiction es una película en donde la fiesta
está a punto de terminar.
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