viernes, 9 de marzo de 2012

En un mundo mejor

Michael Haneke –un director obsesionado con la temática de la violencia –realizó La cinta blanca (2009) con la intención de conocer de dónde y en qué momento podría surgir la violencia. El director alemán parte de un contexto específico para demostrar que en tiempos de terror hasta el individuo más inocente puede ser perturbado gracias a lecciones nocivas que va asimilando, gestas que si bien no poseen ese lado agresivo, son de la misma forma señas infrahumanas. En un mundo mejor (2010) es una película que intenta realizar lo mismo pero bajo evidencias descaradas. Eventos provocados por realidades trágicas como la “ley del más fuerte”, el ascenso al poder político, los dramas familiares y la misma muerte. La directora danesa Susanne Bier indaga el lado íntimo y el lado social de dos familias que son incapaces de controlar lo que se asoma en principio como incontrolable.

Bier es especialista armando tragedias íntimas, aquellas que rozan con la ética y la moral, espacios y dilemas que confrontan, por ejemplo, la tensa relación entre dos seres queridos, tal como ocurre en su película Hermanos (2004), filme que luego Hollywood recrearía su propio remake. Lo cierto es que En un mundo mejor no es sutil al momento de argumentar, citando dramas gratuitos sobre niños que descargan sus penas agrediendo a otros compañeros, producto de la ausencia de un ser querido, sea paternal o maternal. Un hombre que lucha frente a una neutralidad que tiene que compartir tanto en su zona laboral como en su propio hogar. El contraste de contextos, por un lado Dinamarca y por otro África, no es equilibrada por el mismo hecho que solo en el continente árido se está hablando de solo uno de los protagonistas. Por último, Susanne Bier confunde el tema de la moral con el moralismo. Su película es una alegoría a los happy endings, con dedo aleccionador y de flojo relato.

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