En un tiempo en que el
mundo parece estar al borde de un colapso, una nación se ha visto en la
necesidad de comenzar a enderezar dicha situación, la misma que ha ido
afectando a las generaciones más prematuras, niños y adolescentes, aquellos que
ahora reaccionan mediantes gestas incontrolables de violencia y rebeldía. La
solución: anualmente se hará un sorteo al azar de un salón de clase de
cualquier colegio, los mismos que serán abandonados a su suerte en medio de una
isla baldía y serán parte de una aniquilación mutua en la que solo uno podrá
sobrevivir. Los juegos del hambre
(2012) es una versión occidentalizada de esta historia de terror lapidaria, en
tonos de parodia y escenas de abundante gore.
Batalla real (2000), película
japonesa dirigida por Kinji Fukasaku, fue antes –incluso –que
el libro de Suzanne Collins, aquel que describe un mundo apocalíptico
donde los menores heredan las culpas de los mayores.
En efecto, nunca
Estados Unidos estrenará una película de gran amplitud comercial que trate
sobre un grupo de niños que disfrutan de la masacre de otros de su misma
generación. Es por esto mismo que Los
juegos del hambre se desvía más a la mirada compasiva de un grupo de
mozuelos que dudan ante una situación que le son ajena, víctimas de la mala
cábala y, obviamente, de sus antepasados que les han heredado una “solución” a
tanta guerra y matanza provocada por la continua enemistad que existía entre
los 12 Distritos décadas atrás. “Los juegos del hambre” es el combate a muerte
entre 28 “tributos”, dos individuos –un hombre y una mujer de entre 12 a 18
años –seleccionados al azar –o de manera voluntaria –por cada distrito. Es el
dictamen o juramento del adulto que desea evitar mayores catástrofes a futuro.
Razonamiento que sigue de igual forma la película de origen asiático, solo que
en su batalla hay niños que han invadido la frontera de la perversión. Son
sangrientos e implacables. Es la imagen de la violencia desenfrenada, vista en
los noticieros o documentales, aunque con un verdugo distinto y prematuro.
Batalla real no es una gran película, sin embargo desarrolla de forma
efectiva una temática central. Lo que es una invocación a la violencia, es más
bien una crítica severa hacia esta misma, visto desde una manera absurda, a
veces cómica y sarcástica, como por ejemplo lo ha hecho por años el director
japonés Takeshi Kitano –quien por cierto es protagonista de este mismo filme –en
varias de sus películas. Los juegos del
hambre trata sobre este mismo tema y más. La película dirigida por Gary
Ross es también una crítica al consumismo mediático, es la simulación de un
territorio fragmentado por los prejuicios sociales y económicos, el mundo de la
moda ridícula y estrafalaria propio de la vida engañosa y sofisticada, y muchos
temas más. Se manifiestan así citados fílmicos como El quinto elemento (1997), El
show de Truman (1998) o la clásica novela de ficción 1984, de George Orwell. Existe una gran cantidad de alegorías que
saturan a la película de forma que el ambiente deja de ser crítico para ser simplemente
desatinado. De pronto la mujer de cara pintada pasa de “bruja mala” a una
amiga, el ebrio antipático a lúcido consejero, los mismos personajes
principales vuelcan su turbia realidad a una versión de “Romeo y Julieta”
cediendo incluso a la popularidad de pantalla.
El problema en Los juegos del hambre no es si posee
falta de originalidad o hay una deficiente crudeza del tema. El problema con
esta película es el mismo que sucede con casi todas las películas destinadas a
liderar el box office. Lo que a
inicios parecía ser una película que criticaba los rasgos sociales o morales de
un mundo apocalíptico, fue centrándose exclusivamente al género épico y de
aventura, sobre una pareja de jóvenes interpretando una historia de amor que
tranquilamente pudo haber sido incluida en la saga del mago o de los vampiros
adolescentes. Los juegos del hambre posee
una trama perturbadora y escalofriante de por sí. Muy a pesar, la dinámica de
la película cede por la ruta fácil. Su drama es el cuerpo inerte de un infante y
su suspenso es la caída de un nido de insectos. Luego de eso, el personaje de
Jennifer Lawrence se la pasa durmiendo en las copas de los árboles. Lo que era
un combate agresivo de cuerpo a cuerpo, se convierte en una situación que
simula al juego de “tú me simpatizas, tú no”. Los juegos del hambre es deficiente de impotencia o algún
sentimiento que provoque ver una segunda parte. Un programa que no valdría la
pena verlo en una “segunda temporada” de ser un reality de tv.
Es verdad. No lo pudiste decir de una mejor manera. Lo mismo estaba pensando de la pelicula. Es buena, pero no lo suficientemente cruda. Aunque, claro, por estas tierras le han tirado mas cohetes...como consecuencia me he dejado llevar jajaja.
ResponderEliminarDEnnis
Preciso y contundente. Buena Carloncho!
ResponderEliminarTavo