jueves, 21 de junio de 2012

Prometeo

Artículo publicado originalmente en Cinespacio

Hubiera sido interesante ver por estas fechas lo que será la nueva secuela de Blade Runner (1982), película de culto que dentro de unos días estará cumpliendo 30 años desde su primer estreno. En lugar de eso, Ridley Scott estrena Prometeo (2012), filme que hace referencia más bien a otro de sus clásicos – además de brindar aplausos a Lawrence de Arabia (1962) por sus 50 años –. Mencionar cuál es esa película, posiblemente resulte ser una suerte de spoiler para algunos, especialmente para aquellos que evitan los trailers, avances o cualquier tipo de noticia que ligeramente nos preparan a lo que veremos en la sala de cine. No se preocupen, no lo mencionaremos; esto a pesar que la noticia ya está más que difusa en varios medios. Aunque lo cierto es que, tanto esta reseña como la misma película, se descubrirá por sí sola. El inicio, el intermedio y el final de Prometeo, es un obvio citado a lo que en su momento el espectador dirá: “lo sabía”, “ya me parecía…”, “tal como sospechaba”, etc. Es decir, aquí no hay espacio para afirmar: “me malograron la película”; porque no será así. Ridley Scott vende de principio a fin un plato que sabe muy familiar.

Prometeo se fija en una idea central: ¿Cuál es el origen del hombre?; el verdadero. La trama se inicia con la presencia de un ser extraño; presencia que evidenciará los cuestionamientos que, minutos después, un grupo de científicos ha comenzado a sospechar. El hallazgo de una fuente primitiva ha engendrado una hipótesis: el inicio de la vida sería extraterrestre. Es un tiempo lejano y futuro, y un grupo de especialistas han sido contratados para buscar evidencias en un mundo recién descubierto; un planeta que contendría la respuesta a sus incógnitas. Ridley Scott crea una tripulación de individuos, cada uno con una labor destinada y con una necesidad específica, que va desde ajustarse a su misión o descubrir por todos los medios la génesis de la humanidad. Prometeo es el internamiento hacia un mundo, en principio, baldío. Una localidad que oculta estigmas y monumentos que ha alimentado la curiosidad, y que incluso parece haber derrocado algunas creencias.

La película de Scott tiene como punto atractivo el retratar los cánones personales y humanos; sobre los límites de la ciencia, la mitología y la religión. Uno es empírico mientras la otra pura creencia. La mitología se convierte así en un conocimiento que se ubica en medio de estos dos. Es la prueba y la fe invertida hacia “algo”; en este caso, que existe vida extraterrestre, la cual habría sido partícipe de la creación humana. Prometeo, sin embargo, prefiere derivarse del conocimiento metafísico para enfocarse a un género  más de aventura y horror. Este mundo desconocido ha comenzado a manifestar presencias, criaturas musculares, babosas enormes y dentadas, humanoides que doblan las dimensiones de los terrestres. Es a partir de esto que se van citando los primeras trivialidades del filme. Sobre el exterminio sucesivo de algunos miembros de la tripulación, sobre el hombre de ciencia empecinado por ir al fondo de un tema o el descubrimiento de los verdaderos propósitos de esa misión. 

En la película también podemos ver a la mujer que pone por debajo sus creencias y riesgos para validar aquello que se ha convertido en su obsesión; un guiño al retrato de las primeras heroínas. Asimismo, el modus operantis  extraterrestre es conocido, uno que está armado de tentáculos, baboso, que nace de huevecillos para luego sumergirse a espacios líquidos esperando a que una presa caiga desfallecida por su fuerza constrictora. Está también el aniquilamiento vía interna, siendo el humano el huésped de un parásito o extraterrestre, el mismo que evolucionará en forma geométrica. Prometeo más parece la contemplación a ese filme que hoy tomo por “innombrable”, y que a pesar de todo es más obvio que Lord Voldemort. Con esto no afirmo que este último filme es un argumento  que se sustenta de una anterior película de Ridley Scott. En efecto, Prometeo se sostiene por sí solo, tanto hasta el punto que la inferencia a la película anónima, en lugar de haberle agregado trama, parece más bien haberla “descuadrado”. Esta cita más bien se roba las expectativas de la película principal; una que por cierto anuncia secuela. Lo irónico es que nadie esperará ver en esa una extensión de Prometeo, sino la ampliación de…

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