El drama familiar en
el cine de Hirokazu Koreeda ha sido uno de sus temas más recurrentes en su
filmografía. El luto (Marabosi,
1995), el abandono (Nadie sabe, 2004)
y el resentimiento (Still walking,
2008), como vehículos emocionales que calan el lado humanitario y moral de sus personajes
que comparten lazos familiares. Mediante tramas con una aparente simplicidad,
Koreeda va tejiendo pequeños detalles que sensibilizan y alinean su fílmica a
un plano de melancolía. Ese es el gran valor del director, el que su cine haya
heredado esa esencia del cine clásico japonés. Contemplar la intimidad interna
con sutileza. Es el diálogo que se omite y el detalle que se antepone. Like father, like son (2013) no es lo
mejor del director japonés, aunque es de apreciar.
Bajo una historia que
de la misma forma no posee grandes pretensiones, Koreeda nos presenta a dos
familias atadas a un dilema: sendos padres han criado al hijo equivocado. El
intercambio de niños será excusa para contemplar el modo de crianza de un padre
estricto y otro que es espontáneo. La educación paternal como ventana a los
prejuicios, aunque también al drama precedente. El filme reflexiona sobre la
herencia, no la genética, sino la que te forma, te cede o te priva de
comportamientos que pasarán de generación en generación. Hirokazu Koreeda para
ello utilizará referentes que tropiezan con la obviedad. Su película pierde levemente
ese encanto “invisible” a fin de plantar una moral algo desgastada.
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