En base a su ruta
filmográfica, Paul Thomas Anderson con el pasar de los años se ha ido apartando
cada vez más de los géneros clásicos a fin de apuntar a un estilo personal, una
suerte de labor transgresora que establece dentro de un universo con
jurisdicción propia. Dicho punto de inflexión se vio a partir de Punk-drunk love (2002), filme en donde
la comedia romántica y el cine criminal parecen asociarse mediante giros
absurdos. El resultado final es una historia plagada de sátiras y resultados
excéntricos, sucesos apartados de cualquier normativa convencional dentro de
dichos géneros. Ya con Petróleo
sangriento (2007) y, especialmente, con The
master (2012), las dinámicas del cine de género son cada vez más
imperceptibles. Inherent vice (2014) se
podría decir que es un retorno a ese experimento que PTA planteó en Punch-drunk love, la inclinación a un
cine de género a fin de desvirtuarlos. Nuevamente el producto será algo sui generis.
Inherent vice se inicia cual cine negro. Doc (Joaquin Phoenix), detective
privado, cierta noche recibirá la inesperada visita de su antigua amante.
Shasta (Katherine Waterston), la femme
fatale, acudirá a Doc con la finalidad de evitar un posible atentado: la
desaparición del actual amante de Shasta, un rico agente inmobiliario. Como en
los mejores filmes del cine negro, al día siguiente sucederá lo que en
principio quería evitarse, activándose además la “bomba de tiempo”. Como por ejemplo en El halcón maltés (1941), será la historia de un caso poco
transcendental que se irá complicando cada vez más. Inherent vice recuerda también a Gilda (1946) o Retorno al
pasado (1947) sobre protagonistas masculinos que se reencuentran con un
viejo amor del que aún no se reponen, y contra su voluntad tendrán que
emprender una tarea que los irá comprometiendo cada vez más. A esto PTA le
añadirá una gran dosis de comedia y estupefacientes.
Al igual que en Punch-drunk love, el nuevo filme del
director irá desmitificando al género a través de la sátira. El ambiente del hippismo
de la California de los 70 será medular dentro de la trama al promover un
lenguaje que desencaja frente a las clausulas del cine negro. Las drogas y los
referentes sexuales –a propósito de falos bañados en chocolate– propios de
dicha época, priman a medida que embaucan el drama o la tensión por la que
pueda verse envuelto Doc, un detective que dentro de su sufrimiento sentimental
de púber y su debilidad por el consumo de alucinógenos, parece manejar con gran
compromiso su oficio a cargo. Inherent
vice juega además con esa norma sobre la complicación de la trama de un
modo exorbitante al sobre acumular personajes y nuevos eventos criminales que
se citan sin ser importantes o incluso resueltos al final de la trama. Más que
despistar, hay una necesidad de contemplar una lógica de lo disparatado, como
ese personaje de Owen Wilson que cómicamente se muestra en todos los escenarios
y bandos, o como Shasta a quien todos buscan mas se asoma campante. Por último,
esos cambios bruscos en la atmósfera que recorren el erotismo o un hermetismo
hilarante, nuevamente, apelando a quebrantar con lo convencional. Esa escena de
Josh Brolin pastando marihuana y Joaquin Phoenix conmovido hasta las lágrimas –o
por culpa de la dosis– es más para contemplar que para razonarla.
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