Una muestra de lo
menos excéntrico que se podrá encontrar en la filmografía de Tim Burton. Big eyes (2014) narra la historia de un
fraude y la de una pareja compuesta por una mujer sumisa y un hombre
oportunista. Todo inicia como un cuento de hadas, mas finaliza en un juzgado.
Margaret (Amy Adams), bajo el prejuicio del canon artístico reconocido como un
medio exclusivamente masculino, cederá a las argucias de su esposo Walter
(Christoph Waltz) al brindarle los derechos de sus propias pinturas a fin de
que estas “salgan al mundo”. Walter, de hecho, tiene técnica para vender y
promocionar(se), cosa que carece la sencilla Margaret, quien parece conformarse
con respirar.
Se puede entender que
Burton se toma unas vacaciones de su estilo. Big eyes, sin embargo, convalece también de una profunda
superficialidad, esto a pesar de que la historia invita a darse una lectura más
profunda sobre la complejidad de un estilo artístico. El relato alberga además
una carga dramática sobre el sacrificio de los sueños o la frustración misma,
cuestiones que son tratadas con poca trascendencia. En su lugar, Burton
prefiere retratar una anécdota histriónica. Este biopic de Margaret Keane
termina siendo una versión sacada de un tabloide, como un chisme o el mismo
show que se monta en la corte de Honolulú.
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