lunes, 20 de abril de 2015

Asu mare 2

El atractivo de ¡Asu mare 2! (2015) no está relacionado a su reciclado argumento sobre choques sociales al mejor estilo del cine mexicano de época o los parafraseados chistes de barrio que Cachín (Carlos Alcántara) y su collera se sortean continuamente, sino al recurso que, con similar fuerza, se vio explotado en su precuela. Ricardo Maldonado nuevamente apela al montaje de un periodo y a los ritos correspondientes, en este caso, de la década de los noventa. Ahora, no se confunda con asociarla a un gesto de celebración o nostalgia por un entonces. Al igual que sus personajes, bromas y su misma historia, aquí el tiempo funciona bajo la mecánica de una parodia. El filme, de esta forma, no construye un retrato glorificado de un momento histórico, sino más bien una ridiculización. Un espejo al pasado que se observa con una curiosidad burlona. Ese es el bastón del filme.
¡Asu mare 2! actúa como una sitcom gringa, pero, obviamente, ajustada y hablada bajo un idioma que el público local entiende y, en el mejor de los casos, se siente identificado. Son las referencias reales las que crean empatía y hacen seguir el hilo, por muy conocido que este sea. La historia es lo de menos; es lo asociado a esta la que posee el “menjunje”. Apenas iniciada la película, ya sabemos por dónde y en qué irá a terminar esa historia de amor entre el chico de Mirones y la chica de La Planicie. ¿Qué es lo que queda? El fondo, la puesta en escena, los eventos secundarios y apariciones (o cameos) de personalidades que transcriben un código de identidad. Ahí aparecen Calígula, la tropa de Torbellino, los infaltables miembros de Pataclaun, Jerry Rivera, etc. Toda una serie de personajes de “accesorio”, pero que de hecho es el ánimo que nos hace olvidar que estamos viendo algo repetido. Como ocurre con la saga de Rápidos y furiosos; que se esfuerza por inventarse nuevas piruetas automovilísticas en cada número.

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