Artículo publicado en Cinencuentro.
Leonardo Zuliani tiene
pegado en su habitación un afiche de This
is Spinal Tap (1984). Faltaba más. Y es que este clásico del género mockumentary sirve de gran inspiración
para la película de Alberto Caviglia, filme que sobretodo configura a un
romántico. Al igual que los rockeros de la película de Rob Reiner, Zuliani será
un famoso de poca monta, pero que sin embargo es –desde una clasificación de
libros de autoayuda– un emprendedor nato. Pecore
in erba enteramente relata el biopic
de un antisemita, xenófobo, político radical, enemigo de los judíos o de algún
grupo terrorista fundamentalista, el “odiado de turno” por la sociedad,
huérfano de padre a quien odia con pasión (lo que le produjo una prematura
disfunción eréctil, afirma su psicólogo de cabecera); y así sigue la lista. Es
decir, un perverso, resentido y defectuoso por excelencia, pero que a pesar de
todo fue líder nato, caricaturista, fundador de un grupo político y de un
círculo literario, filósofo, inventor, autor de algunos libros y de una
franquicia de comida rápida. Lo cierto es que Zuliani fue mucho, aunque nada.
Pecore in erba inicia con un noticiario anunciando la desaparición del joven
italiano. No solo su familia, sino toda Italia está consternada. ¿Dónde está?
¿Fue acaso un escape o un secuestro? Multitudes claman la liberación de este
joven incomprendido que desde pequeño, casi por naturaleza, sometió al bullying a su compañero judío. Desde ese
momento, Leonardo Zuliani no dejó de impartir esa causa/odio hacia la comunidad
judía como extranjera. Caviglia promueve la sátira partiendo de un personaje
que tiene una lógica que rompe un tabú tan antiguo como moderno, pero que en
cualquier momento de la Historia de la Humanidad fue carente de lógica. Es en
base a ese absurdo que el director italiano se imagina a este individuo
increíble. Cual Forrest Gump, este se va desenvolviendo en muchas áreas
especializadas. Las políticas, las académicas, las mediáticas, las empresariales.
En cada una de estas, Zuliani irá manifestando su discurso del odio. Muy a
pesar, la frustración es inevitable.
El viaje comprometido
de este héroe o antihéroe, como se le quiera ver, es la de un destinado a la
frustración. Es decir, intentando exterminar algo tan arraigado como el
conocimiento judío, tan trascendental e imperante en el mundo occidental. Cada
corriente filosófica o estrategia de marketing que haya triunfado y promovido
Zuliani, no será más que una suerte de ilusión, algo efímero. El efecto
boomerang no se deja esperar. Justo cuando el protagonista principal ya se
sentía en la cima del mundo, el piso se remece (o la Historia se acomoda) y la
humillación asalta al joven romántico. Entonces nuevamente lo vemos aislado en
su dormitorio. Sentado sobre su cama, justo al costado del afiche de los
rockeros que al igual que él, su historia sirve como una suerte de radiografía
de una época. Pecore in erba piensa
en base a los comportamientos de una sociedad. Es irónico ver como las masas
son tan volubles. Por momento odiando a este antisemita, al otro día comprando
sus productos, luego odiándolo otra vez, y al final invocando a su reaparición.
Queda, sin embargo, en la coda del relato ese sabor a triunfo y redención
humanitaria; algo que en la actualidad resulta ser tan utópico. Alberto
Caviglia es otro romántico.
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