viernes, 20 de mayo de 2016

Semana del Cine Francés: Mil noches, una boda

Angélique (Angélique Litzenburger) ha laborado casi toda su vida en un club nocturno. La vejez ahora ha comenzado por hacerle notar que los tiempos de antes ya no son. Los clientes le escasean, salvo por uno; un hombre jubilado que ha optado por ofrecerle una vida de matrimonio. Esto implica estabilidad, abstinencia y todo ese “orden” al que la mujer se había mantenido en raya. Mil noches, una boda (2014) no es un drama sobre la vejez, la redención, sea con la vida misma o con el círculo familiar. Tampoco es una historia de amor. 
Esta ópera prima realizada por Marie Amachoukeli-Barsacq, Claire Burger y Samuel Theis, es el retrato de una personalidad que es irreversible. Durante la trama, veremos a Angélique forzándose por encajar en su nuevo estilo de vida, y no solo como novia, sino también como madre. De pronto, la convivencia con su futuro marido y la reconciliación con su hija, no han sido propias motivaciones, sino estímulos de segundas personas. Mil noches, una boda es la historia de un personaje bostezando entre tanto escenario que apenas le genera estímulos pasajeros. Lastimosamente, eso es lo que de paso también provoca la película.

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