viernes, 3 de junio de 2016

VII Al Este de Lima: Sharunas Bartas

Desde En memoria de un día pasado hasta Siete hombres invisibles
El universo de Sharunas Bartas está compuesto por la subjetividad de sus personajes y la objetividad de su significado contextual. Los protagonistas de sus películas son grupales; individuos o pequeñas comunidades periféricas que simulan un extravío en sus propios lugares. Sus rutinas, casi nulas, están circunscritas mediante el espacio en donde cohabitan. Ellos van de un lugar a otro, dentro del mismo lugar. Transitan entre cuartos, corredores y amplios salones, otorgando al hábitat en donde se extienden un rasgo de inmensidad o ilusión laberíntica. Los personajes, mientras tanto, no se asientan a un mismo punto. Su vaguedad (al igual que esas casas, vecindarios o mansiones de texturas decadentes en donde “existen”) no parece poseer límites definidos. La disconformidad, a pesar, no es plena. Hay un momento en su andar en que se percibe un aire de júbilo, digerido entre banquetes, bebidas y bailes, y que, en ocasiones, despliegan un escenario idílico o hasta fantasmagórico (A casa, 1997), provocando incluso secuencias que se elevan a un nivel performativo.
A casa (1997)
Es decir, los personajes de Bartas, después de tanto recorrido y desviación, se reúnen y “celebran”, algo que podría interpretarse como gesto de resignación; una exigencia por asumir u olvidar esos fantasmas que los atan a la miseria y no los dejan salir de esa realidad. Las figuras de las casas o recintos, en tanto, se apropian de una metáfora sobre lo indesligable. El abandonar la casa se torna inconcebible. El huir (Algunos de nosotros, 1996) o destruir el recinto que simboliza todos esos males (Siete hombre invisible, 2005), solo aumenta la tragedia o invoca a la muerte. Hay, además, una alusión por un destino antedicho; el del fracaso o el exterminio, que comúnmente se antesala para cuando los mismos protagonistas comienzan a tener roces. Todo conflicto, sin embargo, no se maneja desde un orden dialéctico, es más bien una sensación perceptiva; la atmósfera que se va tensionando. Esto es en razón de la austeridad de los diálogos, lo que paralelamente provoca un lado enigmático.
Algunos de nosotros (1996)
La interiorización de estos personajes es profunda. Esto nubla, en cierto aspecto, sus motivaciones o exigencias, las cuales, en su lugar, se ven complementadas por su mismo entorno, sea artificial como natural. El cine de Sharunas Bartas se inclina (especialmente en sus primeras películas) a una búsqueda de un contexto que ocupa un significado anímico. El espesor de las neblinas, las paredes agrietadas, el contraluz o tenuidad de la luz; todo se presume bello, pero a su vez deprimente. Este carácter dual se manifiesta de igual forma en los protagonistas; inconformes, aunque dejándose tragar por esa fealdad estética.

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