Una huérfana, rebelde
y solitaria niña cierta madrugada será raptada por un gigante y llevada a la
Tierra de los Gigantes. Esa es en síntesis la trama de El buen amigo gigante (2016), lo reciente de Steven Spielberg,
quien siempre se siente seducido por los viajes a mundos de fantasía, lugares que
inician como una imaginación y más adelante son cristalizados, y en donde vemos
a personajes abatidos que observan en esta aventura una oportunidad para romper
con su entristecida cotidianeidad. Esto no solo corresponde a la naturaleza de
su heroína Sophie, sino también al de su gigante principal. El “enano” BFG ciertamente
no será rebelde, pero al igual que la pequeña es un desamparado, tanto por su
sociedad y además no tiene familia. Este, adicionalmente, posee una esencia
melancólica y huraña pronunciada, haciendo de su personalidad sumisa y pasiva.
Esto enternece y lo convierte en el gran atractivo de toda la película.
Su historia original
corresponde a uno de los tantos relatos infantiles creados por Roald Dahl, tales
como “Charlie y la fábrica de chocolates” y “Matilda”. Spielberg desde hace
años se convirtió en un recurrente de la literatura infantil. Tomemos en cuenta
además que en varias ocasiones sus protagonistas fueron niños, en donde la
presencia adulta es casi nula o esquiva. Los pequeños en sus películas se ven
enfrentados a criaturas horrendas. Estos, curiosamente, cobijan un
comportamiento sensible o reprimido. De esta forma se desmitifican los estereotipos,
como el inofensivo extraterrestre (E.T.
el extraterrestre, 1982), el pirata de antecedentes benefactores (Hook, 1991), robots con sentimientos (Inteligencia artificial, 2001) o su
gigante vegetariano y amistoso. BFG, bautizado así por Sophie, es la excepción
dentro de su actual generación de gigantes. Todos se han convertido en una
larga lista de definiciones que se traduce y resume en consumidores de una “dieta
de humanos”.
Gran parte de El buen amigo gigante está realizado
bajo una tecnología de captura de movimiento, técnica que el director
estadounidense también había aplicado para su adaptación de Las aventuras de Tintín (2011). Esta se
desarrolló para las escenas de los gigantes. En tanto, otra gran proporción fue
sostenida por la tecnología digital, como es en las escenas de la captura y la alquimia
de los sueños realizados por BFG. Esta última junto con la correría del gigante
de la ciudad a la Tierra de los Gigantes son las secuencias visualmente más
logradas. El buen amigo gigante tiene
en general un humor delicado e inofensivo como sus mismos personajes. A
diferencia de otras realizaciones de Steven Spierlberg, esta historia no
precisa se escarbe una interpretación complementaria. La idiomática es netamente
infantil; su misma comedia lo es. Se adjunta, sin embargo, ese aliento melancólico
que de paso despierta la nostalgia por el idioma de fábula, en donde las resoluciones
no tienen que ser cerebrales. La Reina aliada con un viejo gigante, ¿cómo así?
Pero dentro de la fantasía planteada se ajusta.
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