domingo, 7 de agosto de 2016

20 Festival de Lima: Boi neon (Competencia Ficción)

Existe un ejercicio de la desmitificación de los estereotipos y el género en Boi neon (2015). El contenido del filme de Gabriel Mascaro no se asume a través de un conflicto –el que por cierto se percibe ausente–, sino del rol de representación que interpretan sus personajes dentro de un contexto aparentemente minado por la estandarización. En su historia que se despliega a través de una mirada a la cotidianidad, observamos a un vaquero con aptitudes de diseñador de modas, una bailarina exótica que es camionera y no deja de asumir su rol de madre, una niña soez fascinada con la actividad de la vaqueriza, una embarazada con doble turno laboral, además de otros casos y personajes que simulan ser síntoma de la modernidad o de una realidad que urge regenerar las normativas sociales en respuesta a las necesidades o fascinaciones, tanto personales como colectivas.
Respecto a esas necesidades, los rasgos “atípicos” de los personajes de Boi neon se resuelven a propósito de sus ejercicios ocupacionales. Esas prácticas que rompen con el canon genérico tienen que ver con sus oficios actuales o los que aspiran concretar a futuro. En cuanto a las fascinaciones, Mascaro hace una prolongación de lo irregular a un nivel apartado de lo público o correspondiente a un común limitado. Esto se hace referencia en cuanto a una fractura de los tabúes de la sexualidad. El mundo de las “vaquejadas” es interpretado como un deslumbramiento por la corporalidad ecuestre que se le humaniza, sea mediante un desfile de pura sangre en venta (que simula a un escaparate de burlesque) o bailarinas emulando a potros. Es la excitación masculina vaqueril reunida en un solo espectáculo. Boi neon es también la función de música electrónica y luces de neón al final de las jornadas ganaderas. En relación a la fantasía de los estadounidenses sureños, estos rodeos no tienen pizca de tradicionalistas.

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