A diferencia de un
manual histórico, John Gianvito emprende con las consecuencias y luego aborda
los antecedentes. Wake (2016) inicia
con un clamor ambiental, a propósito del estado desolado contemplado en un
extremo del territorio insular filipino. Si bien la presencia de las bases
militares estadounidenses ha estado ausente desde 1991, fecha en que el Senado
filipino exigió su retiro de la zona, los rezagos de esa larga estadía siguen
recalcitrantes. La contaminación y residuos, producto de los químicos expuestos
por la armamentística nuclear reservada en las bases navales, está propagada
por la isla, convirtiendo el entorno y la población en los grandes
damnificados. Gianvito va extendiendo este panorama doliente en donde el
compromiso con la ecología es primario. Los testimonios de autoridades
ambientales, defensores privados y el de los agraviados van coincidiendo su
protesta en contra de la inasistencia por parte de EEUU. En paralelo, no deja
de reproducirse fotografías que evocan a una eventualidad pretérita.
Wake es un abordaje incisivo sobre cómo la Historia responde a una
eventualidad actual. Gianvito contempla lo coetáneo para después ponerse a
rebuscar en el pasado. ¿Cuál fue el origen de todo? El director se remonta a
1898, año en que Filipinas declaró su independencia ante los colonizadores
españoles, no sabiendo que meses después EEUU reclamará derechos dentro del
territorio asiático tras derrotar a España, quien mediante un tratado cedió partes
de sus tierras colonizadas al ganador. ¿Qué surgió después de esto? La
ocupación inmediata de EEUU a Filipinas, la resistencia de los independizados,
la guerra filipino estadounidense, una masacre de un número indeterminado de
milicias filipinas (incluido civiles). Filipinas pasó de ser colonia de España
a ser colonia de EEUU, país que inicialmente emprendió dicho conflicto en
defensa de la liberación de países no independientes (tales como Cuba o Puerto
Rico, que también fueron colonias españolas y luego pasaron a ser anexos de
EEUU).
Ante lo sustentado, el
documental de Gianvito no está lejos de perfilarse a las motivaciones de un
director como Michael Moore, al emprender una investigación que pone en
evidencia las verdaderas intenciones de las normativas expansionistas de EEUU. Las
políticas pacifistas de hoy son tan similares a las expediciones colonialistas
del ayer. Lo de Gianvito, en tanto, se mueve desde una lectura y un
cuestionamiento sobre lo histórico. Su idioma, en contradicción con Moore, no apela
a la sátira. Su filme más bien se estimula mediante un factor humanitario. Su
proyección de la pobreza y la enfermedad, la cual ha deformado físicamente a
toda una generación, no se inclina a lo abyecto, sino a la estimación por una
contienda trágica que día a día enfrentan madres y padres, además de los
voluntarios en busca de una reparación humana y una sanación de la ecología.
Cercana a su
conclusión, Wake, a propósito de su
indagación histórica y el reconocimiento de un antagónico que luce omnipresente
hasta el día de hoy, evalúa el perímetro de la memoria. ¿Existe una consciencia
histórica en la ciudadanía filipina? ¿Cómo luchar por algo del que no eres
consciente? Son cuestiones que surgen y que acuden a respuestas desmoralizantes.
Aunque actualmente independiente, la memoria histórica de una gran porción del
país de Filipinas aún parece estar colonizada. La herencia de un colonizado
sumiso es ese otro residuo que ha dejado el colonizador luego de su abandono
físico, y lo peor es que, según el Epílogo, la Historia, al ser la fuente
inmediata de reflexión social-nacional, a veces puede ser insidiosa, pues no siempre
es la versión “oficial” al haber estado también expuesta a los tiempos del ultraje
y la manipulación. John Gianvito con Wake
realiza un compendio histórico en donde se observa esa polaridad del perfil
humano, infame y solidario, y la polaridad de la propia Historia, veraz y ocasionalmente
embustera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario