jueves, 8 de diciembre de 2016

4to Festival Transcinema: Wake (Subic)

A diferencia de un manual histórico, John Gianvito emprende con las consecuencias y luego aborda los antecedentes. Wake (2016) inicia con un clamor ambiental, a propósito del estado desolado contemplado en un extremo del territorio insular filipino. Si bien la presencia de las bases militares estadounidenses ha estado ausente desde 1991, fecha en que el Senado filipino exigió su retiro de la zona, los rezagos de esa larga estadía siguen recalcitrantes. La contaminación y residuos, producto de los químicos expuestos por la armamentística nuclear reservada en las bases navales, está propagada por la isla, convirtiendo el entorno y la población en los grandes damnificados. Gianvito va extendiendo este panorama doliente en donde el compromiso con la ecología es primario. Los testimonios de autoridades ambientales, defensores privados y el de los agraviados van coincidiendo su protesta en contra de la inasistencia por parte de EEUU. En paralelo, no deja de reproducirse fotografías que evocan a una eventualidad pretérita.
Wake es un abordaje incisivo sobre cómo la Historia responde a una eventualidad actual. Gianvito contempla lo coetáneo para después ponerse a rebuscar en el pasado. ¿Cuál fue el origen de todo? El director se remonta a 1898, año en que Filipinas declaró su independencia ante los colonizadores españoles, no sabiendo que meses después EEUU reclamará derechos dentro del territorio asiático tras derrotar a España, quien mediante un tratado cedió partes de sus tierras colonizadas al ganador. ¿Qué surgió después de esto? La ocupación inmediata de EEUU a Filipinas, la resistencia de los independizados, la guerra filipino estadounidense, una masacre de un número indeterminado de milicias filipinas (incluido civiles). Filipinas pasó de ser colonia de España a ser colonia de EEUU, país que inicialmente emprendió dicho conflicto en defensa de la liberación de países no independientes (tales como Cuba o Puerto Rico, que también fueron colonias españolas y luego pasaron a ser anexos de EEUU).

Ante lo sustentado, el documental de Gianvito no está lejos de perfilarse a las motivaciones de un director como Michael Moore, al emprender una investigación que pone en evidencia las verdaderas intenciones de las normativas expansionistas de EEUU. Las políticas pacifistas de hoy son tan similares a las expediciones colonialistas del ayer. Lo de Gianvito, en tanto, se mueve desde una lectura y un cuestionamiento sobre lo histórico. Su idioma, en contradicción con Moore, no apela a la sátira. Su filme más bien se estimula mediante un factor humanitario. Su proyección de la pobreza y la enfermedad, la cual ha deformado físicamente a toda una generación, no se inclina a lo abyecto, sino a la estimación por una contienda trágica que día a día enfrentan madres y padres, además de los voluntarios en busca de una reparación humana y una sanación de la ecología.
Cercana a su conclusión, Wake, a propósito de su indagación histórica y el reconocimiento de un antagónico que luce omnipresente hasta el día de hoy, evalúa el perímetro de la memoria. ¿Existe una consciencia histórica en la ciudadanía filipina? ¿Cómo luchar por algo del que no eres consciente? Son cuestiones que surgen y que acuden a respuestas desmoralizantes. Aunque actualmente independiente, la memoria histórica de una gran porción del país de Filipinas aún parece estar colonizada. La herencia de un colonizado sumiso es ese otro residuo que ha dejado el colonizador luego de su abandono físico, y lo peor es que, según el Epílogo, la Historia, al ser la fuente inmediata de reflexión social-nacional, a veces puede ser insidiosa, pues no siempre es la versión “oficial” al haber estado también expuesta a los tiempos del ultraje y la manipulación. John Gianvito con Wake realiza un compendio histórico en donde se observa esa polaridad del perfil humano, infame y solidario, y la polaridad de la propia Historia, veraz y ocasionalmente embustera.

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