Los jueves 12, 19 y 26 de enero se proyectarán algunos filmes peruanos programados en la reciente edición del Festival Transcinema en el centro cultural El Paradero. No se pierdan el cortometraje Vacío/a, de Carmen Rojas. Aquí una crítica a la película.
La película de Carmen Rojas me hace recordar a otro corto nacional reciente. En Mecanismo velador (2014), Diego Vizcarra también la hace de reciclador. Su filme, además, es de igual forma producto de una deconstrucción que otorga nuevo lenguaje y sentido a su material primario, los cuales son tráiler de películas. En Vacío/a (2016), Rojas hace lo suyo con gráficos de revistas que ofertan productos y servicios. ¿Qué distingue a uno del otro? Vizcarra opta por un discurso subjetivo. Existe un contenido pragmático en su mecanismo de secuencias difusas y de impresión reiterativa. Rojas, sin embargo, emprende un mensaje espontáneo. Su trama dramática está en sincronía y correspondencia con su “recolección” visual, aunque son sus propios mecanismos y herramientas las que la convierten en un producto complejo.
La película de Carmen Rojas me hace recordar a otro corto nacional reciente. En Mecanismo velador (2014), Diego Vizcarra también la hace de reciclador. Su filme, además, es de igual forma producto de una deconstrucción que otorga nuevo lenguaje y sentido a su material primario, los cuales son tráiler de películas. En Vacío/a (2016), Rojas hace lo suyo con gráficos de revistas que ofertan productos y servicios. ¿Qué distingue a uno del otro? Vizcarra opta por un discurso subjetivo. Existe un contenido pragmático en su mecanismo de secuencias difusas y de impresión reiterativa. Rojas, sin embargo, emprende un mensaje espontáneo. Su trama dramática está en sincronía y correspondencia con su “recolección” visual, aunque son sus propios mecanismos y herramientas las que la convierten en un producto complejo.
Vacío/a estaría encajado al concepto de “foto novela”, término con el que se
autodefinía una película como La jetée (1962).
Lo cierto también es que lo de Rojas no es una reproducción fotográfica, algo
que adapta Chris Marker en su clásico filme, sino más bien una hilera de
imágenes ajena a las fuentes cinematográficas convencionales, posteriormente estructuradas
a manera de recrear una historia premeditada. En consecuencia, hay un claro
valor creativo en este corto al tomar como instrumento el material desechado.
Es el registro no filmográfico como componente esencial para un producto que no
deja de ser una película, pues ha pasado por un filtro de edición o montaje.
Aparte de esto, cabe también reflexionar en base al sentido de lo representado.
Rojas no se preocupa en ocultar las cuotas publicitarias o los precios de los
elementos ofertados en sus imágenes seleccionadas. Hay una conciencia de cómo el
propio montaje (por no decir el propio imaginario del espectador) terminará por
difuminar esas interferencias de su trama.
Pero no es en su
registro visual en dónde radica lo mejor de Vacío/a.
El cortometraje de Rojas está alternado por una voz en off simulada por un
sintetizador de voz. Qué hace sino el sintetizador de voz que juntar las
palabras y reproducirlas tal cual. Es decir, se genera una reproducción sin gracia
o armonía que “imita”, en este caso, la voz de una mujer. En Vacío/a todo –registro oral y visual–
parece ser un producto reciclado al contener un vacío emocional. La directora se
esfuerza por asistir a estas herramientas artificiales que en principio parecen
bloquear su mensaje esencial: una mujer enfrenta una ruptura amorosa, y con
ello un vacío sentimental y material. Pero como lo señalado en el párrafo
anterior, a su paso lo artificial se diluye.
De pronto los precios
de los productos domésticos ya no importan, incluso la fría y descompasada voz
robótica de repente parece asumir cierto tono de congoja. Es el montaje que
comienza a causar efecto en el espectador. Es lo sintético asumiendo una forma
o ilusión palpable; es la distancia entre lo falso y lo ficticio; un truco de
mago. En cinco minutos de lo que dura Vacío/a,
Carmen Rojas genera emoción a partir de artefactos fílmicamente estériles y que
comienzan a emular una historia dramática. No hay duda que es una de las
mejores películas peruanas realizadas en los últimos años.
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