Una llamada descubre la
vida oculta en la rutina hostil y solitaria del conserje de un edificio. Es en
ese instante además que se evidencia el uso del flashback en Manchester junto
al mar (2016), recurso que incluso había servido como introducción al
filme. Sospechamos entonces que habrá más de estas remembranzas, las que de
seguro darán respuesta de esa coraza social que se manifiesta a la primera
rabieta que expresa el protagonista de esta historia. El filme de Kenneth
Lonergan en ese aspecto anuncia un argumento rumbo a lo predecible, sobre
personajes que han roto el cordón umbilical con su pasado, pero este los trae
de vuelta contra su voluntad. La tarea aquí será entonces resolver cuál fue la
motivación de ese aislamiento, si fue destierro o autoexilio, si fue retiro o
escape. Lo que está claro es que ese retorno tendrá tonos dramáticos. Tanto el
rostro desgarbado del personaje como el gélido ambiente, en ese aspecto, son
literales.
Lee (Casey Affleck) volverá
a su pueblo natal luego de enterarse del fallecimiento de su hermano mayor.
Siendo ahora el único adulto de la familia, él tendrá que hacerse cargo del
protocolo de entierro y además de ver a Patrick (Lucas Hedges), su sobrino
adolescente. Más allá del drama que suscita la muerte de este pariente cercano,
es el asunto de las relaciones humanas que ahora recaen en el ermitaño hombre
el propósito del filme. No suficiente con “estar de vuelta”, tendrá que hacerse
responsable, dialogar cuando no quiere, y de paso comenzar a reconstruir el
pasado a través de su memoria. Levemente comienza a agrietarse más esa
curiosidad sobre el pasado aún difuso de este personaje, ello a propósito de
las murmuraciones del pueblo, entre extrañadas y algunas condenatorias. En
tanto, Lee haciendo las cosas de forma mecánica. Aquí es fundamental la
interpretación de Affleck para representar a este hombre que solo quiere
terminar las cosas para salir huyendo a su vida antisociable.
Así como en Margareth (2011), en la última película
de Kenneth Lonergan también el estado de ánimo (y la actuación) del
protagonista principal es crucial para establecer el dramatismo interno que en
cierto punto de la historia se expresará a su exterior. Al personaje de Manchester junto al mar, sin embargo, lo
veremos siempre en un límite de su cordura, a pesar del estado y la posición en
la que se encuentra. Eso es lo mejor de la película; no inclinarse al drama
ostensible, sino el contenido. Lee es un sujeto inmolándose ante el último
deseo de su hermano o evitando hacer revivir a su ex esposa esa terrible
tragedia que, a pesar de los años, aún agobia a los dos. Es también la
personalidad de Patrick. Más allá de quererse graficar un estado rebeldía o
indiferencia juvenil, es otro modo de asumir el luto. Manchester junto al mar descubre a personas asumiendo formas
distintas de sobrellevar sus dramas, y al parecer todos coinciden en camuflarlo
de alguna u otra forma.
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