Lo atractivo de la
reciente película de Maren Ade es su alusión a una representación absurda. El hecho
es que Toni Erdmann (2016) nunca
rompe con alguna lógica de la realidad, sino es solo uno de sus protagonistas que
siempre reserva una prótesis dental en el bolsillo de su camisa, y además cita
mismas bromas que desencajan en un circuito que exige total seriedad. Winfried
(Peter Simonischek) es todo un personaje, ¿o es que tal vez es así a propósito
del contraste respecto a su desabrida hija o el mundo en donde esta se
desenvuelve? La trama de la directora alemana consta pues de un hombre desestabilizando
un contexto. Winfried sería un equivalente a Jerry Lewis en un hotel o en una
fiesta, creando el caos o poniendo en aprietos a otros personajes, de no ser
porque este hombre maduro tiene sus propias muecas y gags, igual de desencajados
y excéntricos.
Luego de un
reencuentro sobrio entre Winfried y su hija, este hombre decide hacerle una
visita imprevista a Bucarest, lugar en donde trabaja como consultora para una
gran empresa. Es así como el padre empaca su dentadura y caja de bromas y va al
encuentro de Ines (Sandra Huller), próspera mujer que lleva una agenda
apretada, siempre rodeada de empresarios, asistiendo a charlas y cocteles. Al
igual que en Entre nosotros (2009), película
anterior de Ade, en Toni Erdmann contemplamos
a una pareja y una relación áspera, ello a pesar del lazo que los vincula a
ambos. Vemos a la hija luchando por reprimir su molestia ante la presencia del
padre. Este, en tanto, no deja de ser impertinente. Muy a pesar, sus acciones
no dejen de ser bienintencionadas. Si en Entre
nosotros la hostilidad es mutua durante las vacaciones de una pareja de
novios, en Toni Erdmann la incompatibilidad
se gesta ante la reacción adversa de la mujer que no observa con sensatez el verdadero
propósito de su padre.
Winfried, similar a
Monsieur Hulot suelto en París, aunque en una versión consciente y comprometida,
hará relucir a una especie de alter ego y desenmascarará el lado nocivo de la
actualidad en sectores privilegiados del mundo corporativo. Hay una dura
crítica a la normatividad impuesta por los fuertes. Así como en Up in the air (2009), el despido masivo
se ha convertido en un oficio para algunos. Es la insensibilidad habitando
dentro de un sistema gremial, el inconformismo ante el estancamiento
profesional que ha convertido lo emocional en un afecto mecánico. Elemental es la
secuencia del encuentro entre dos amantes y ese juego fantasioso que cancela la
propia fantasía y todo gesto de erotismo. Es además la revelación de caducos
demonios como el machismo restringiendo o subestimando la labor de la mujer en
un área sustancial, o la eterna separación de clases que parecen ser literales
en una capital como Bucarest, lugar que funda muros fronterizos y que goza de excesos
como también de carencias.
Toni Erdmann, en medio de la realidad miserable y vacía, gesta a un
personaje que remueve ese autocuestionamiento soterrado (¿eres feliz?),
mediante gestos inapropiados y extravagantes, disfraces que invitan a lo lúdico
y lo ridículo. “Toni” es una parodia de lo que se cuestiona en esta película.
Así de grotesco Winfried observa a la hija y su pandilla. Su estadía no es más
que un producto de abnegación, un gesto por ayudar a Ines a salir de ese hoyo que
la empaña de lo esencial. La mujer, ya después, comienza a recapacitar. Es la
táctica molestosa dando resultados. El desequilibrio causando el caos; en este
caso, la vuelta al orden. Entonces veremos a Ines quebrándose en su realidad. Suceden
las hilarantes secuencias de canto y una inusual fiesta de confraternidad. Winfried,
en tanto, siente fracasar, y pone en marcha su último acto, uno que arranque de
raíz la estadía de la hija dentro de ese contexto en donde las fantasías lucen
muertas. Toni Erdmann, luego de tanta
mofa, termina con una secuencia que invita a Ines a recapacitar sobre lo
aprendido. Así como en Entre nosotros,
lo último que veremos es a un personaje observando el horizonte. Es la herencia
de la filosofía alemana, la mirada romanticista ante lo inexplorado y que
invita a la reflexión.
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