domingo, 4 de junio de 2017

Netflix: War machine

Dado el incremento de producciones fílmicas originales de la plataforma Netflix, comenzaremos a publicar en el blog críticas de algunas películas de nuestro interés.

El general Glen McMahon (Brad Pitt) ha llegado a las tierras de Afganistán. Su tarea es erradicar de la zona a las facciones del régimen talibán y devolver la paz a dicha nación, algo que sus antecesores no pudieron cumplir, desde que el gobierno estadounidense impulsó tal acción, a consecuencia del 11 de setiembre. Estamos en el gobierno de Barack Obama y una personalidad egocéntrica como la de Glen culpa a la ineficacia estratégica militar el que no se haya logrado hasta ese momento ningún resultado primario. El optimismo del general es firme, comprometido a cumplir con las apetencias de su nación –siempre y cuando se le disponga los mínimos requerimientos–, y de paso soterrar tanto daño colateral mediatizado. War machine (2017) es la historia de un fracaso anunciado.
En la nueva película de David Michod vemos a la gran potencia mundial en un panorama similar al de Vietnam. Afganistán como un territorio inhóspito, condiciones extremas y un “enemigo” camuflado de civil. A esto se suma además una realidad distinta. Estamos hablando pues de un EEUU que ha dejado de glorificar a sus “Dwight Eisenhower”, y en su lugar han reconocido a esta sociedad militar como su artefacto para guardar la apariencia. Por mucha condecoración que posea Glen, ese individuo que parece descendiente directo del mismísimo Aldo Raine (Inglourious Basterds, 2009), no lo salva de que sea seleccionado como el nuevo alfil del tablero de ajedrez, digno de sacrificio, a causa de apañar la inevitable derrota, salvaguardando un orgullo nacional.
War Machine es un panorama sobre el narcisismo en escalas, tiempo en que las marionetas no solo se siembran en países extranjeros, sino también en tu propio bando. Como propuesta discursiva, la nueva película de David Michod llama la atención al (re)evidenciar la villanía y estrategia de un gobierno. Sin embargo, su gran problema es que no sabe generar la atracción necesaria para comprometernos con su historia. Llana es su aspiración argumental, en gran parte orientada a una mansa sátira. La escena de un soldado aventurándose en solitario a la “boca del lobo” pudo ser una secuencia de suspenso o quiebre dramático, a propósito de un enfrentamiento a ciegas. Falta de carisma. Sabe por momentos a película por encargo y con ganas de abandonarla incluso a su inicio.

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