Decir que el filme de
Patty Jenkins es la mejor película de la franquicia DC en estos últimos años,
está muy lejos de ser un cumplido. Basta recordar la esperada y decepcionante Batman vs. Superman: El origen de lajusticia (2016) –que por cierto contiene un cameo de la heroína– además de
otras posteriores a la trilogía de Batman, de Christopher Nolan. Sin embargo, Wonder woman (2017) no deja de estar a
un nivel de deleite de las primeras películas que, por ejemplo, emprendía
Marvel antes de ingresar a su fase burlesca.
Jenkins sabe
equilibrar la espectacularidad, el drama (sin ser gótica) y la comedia (sin ser
un circo), en una trama que no se interesa en reproducir una epopeya, en la cual
su protagonista hace un viaje a una realidad distinta y encuentra cómplices
estereotipados y antagónicos en pequeñas y grandes escalas. En adición, el
filme le saca provecho a la coyuntura histórica –a propósito de ese viaje–
comprometiéndose con un sutil discurso de igualdad de género, sin que su
protagonista sea feminista.
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