Una película nacional sobresaliente en la sección de Concurso Nacional de Largometrajes.
En la ópera prima de Miguel Ángel Miyahira una collera de adolescentes vive a sus anchas las vacaciones de verano (y algo más). Lo que hace interesante a esta película es que el director rompe con las convenciones que podrían sugerirse de esta premisa al ajustarla a parámetros contextuales y temporales que ejercen un discurso que incluso se sustenta desde su expresión audiovisual. Desde el principio Gen Hi8 (2017) modula la recepción del espectador sugiriendo que es testigo de una fuente auténtica, priorizando al dispositivo VHS su condición de registro histórico. El hecho que nos postre frente a un televisor que emite imágenes que, por cierto, aluden a una impresión casera, siembra la idea que lo representado es producto de un registro del pasado. El director parece seguir el concepto original del Youtube: ver una pantalla dentro de otra pantalla. Dicha simulación sería una suerte de filtro que legitima los hechos representados. Entonces, ¿qué vemos dentro de esa segunda pantalla?
En la ópera prima de Miguel Ángel Miyahira una collera de adolescentes vive a sus anchas las vacaciones de verano (y algo más). Lo que hace interesante a esta película es que el director rompe con las convenciones que podrían sugerirse de esta premisa al ajustarla a parámetros contextuales y temporales que ejercen un discurso que incluso se sustenta desde su expresión audiovisual. Desde el principio Gen Hi8 (2017) modula la recepción del espectador sugiriendo que es testigo de una fuente auténtica, priorizando al dispositivo VHS su condición de registro histórico. El hecho que nos postre frente a un televisor que emite imágenes que, por cierto, aluden a una impresión casera, siembra la idea que lo representado es producto de un registro del pasado. El director parece seguir el concepto original del Youtube: ver una pantalla dentro de otra pantalla. Dicha simulación sería una suerte de filtro que legitima los hechos representados. Entonces, ¿qué vemos dentro de esa segunda pantalla?
La historia de unos
amigos podría identificarse como los anales anecdóticos de adolescentes
cruzando el umbral de la inocencia, visto desde la perspectiva de Diego (Andrés
Mesía), el chico nuevo del barrio miraflorino; sin embargo, el argumento
trasciende en razón a su coyuntura. Es 1992; el terrorismo y el autogolpe
ejercido por el gobierno de turno generan un ambiente de angustia e
inestabilidad general, acontecimientos que son acuñados mediante la intromisión
de un found footage editado de forma
sucia e invasiva, simulando un fallo de origen en la señal del televisor o
impresión del VHS que lacera la irrealidad vivida por los muchachos. Dichos
eventos perturban de alguna forma a toda la nación, menos a ese grupo de personajes.
Ahora, es importante notar que esto no se debe a que algunos –todavía– no hayan
sido tocados por esa realidad, lo que los imposibilita a reflexionar sobre lo
que acontece en el país.
La familia de Diego
vive a primera mano los efectos del declive económico. Más adelante la llegada
de un familiar lejano será la misiva atroz de lo que sucede al interior del
país. Muy a pesar, dichas circunstancias no persuaden a Diego de seguir
fantaseando con una clase social a la que ya no pertenece, así como de
continuar con el “juego” de la humillación social y racial. Gen Hi8 es la retrospectiva de una
generación en declive. El hecho que el director opte por un argumento basado en
experiencias de verano, insertando cuotas de jolgorio o de romance, no lo
obliga a transitar por una ruta complaciente. Miguel Ángel Miyahira transgrede
el concepto romántico y muestra en su lugar una serie de gestos infames
convirtiendo su película en una historia de terror, en donde niños salen a
jugar en tiempos en que la violencia merodea mientras los padres se encuentran
ausentes. Gen Hi8 es la proyección de
un VSH que mira al pasado, pero sin nostalgia. Más que un recuerdo familiar o
de amistad, es una fuente histórica para reproche y reflexión.
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