Orllie-Antoine de
Tonnens, ¿orate o referente emancipador? Rey
(2017), de Niles Atallah, narra el juicio a De Tonnens y su posterior exilio del
territorio chileno a mediados del siglo XIX. La historia de este ciudadano de
origen francés, que ventiló ser descendiente de príncipes y posteriormente soñó
con crear su propio reino en los territorios que un día fueron soberanía de las
comunidades mapuches, inicia con él y su guía temporal testificando ante un
tribunal. El extranjero es acusado de incitar a la sublevación e intentar crear
un reino ficticio dentro del territorio chileno. Las declaraciones contrarias de
los manifestantes recuerda a Rashomon
(1950); diferente perspectiva para un mismo caso. ¿Quién dice la verdad?, es lo
que menos desea responder Atallah. Sea cual sea la respuesta, la conclusión, e
interés de este filme, será siempre el mismo: las comunidades mapuches viven un
destierro en su propia tierra.
En pie de provocar esa
transgresión histórica, Rey ejerce
una transgresión visual. Apenas se revela un primer indicio de contradicción en
los testimonios, el registro de la imagen comienza a sufrir cambios. Niles
Atallah, así como Raya Martin lo hace en el último tramo de Independencia (2009), altera el registro
visual con intención de dar marca de un acontecimiento que se ha preservado. El
cine o, por ejemplo, el efecto de emulsión en un fotograma, como metáfora de
una historia o evidencia vigente. A medida que el filme llega a su final, existe
un recargo en ascenso de este quiebre visual. Posiblemente, un gesto por
vulnerar la imagen como acto enérgico de denuncia, en contra de las decisiones políticas
que arrastró a su protagonista a su propio declive e institucionalizó la
relegación de toda una comunidad.
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