viernes, 8 de diciembre de 2017

5 Festival Transcinema: Baronesa

El documental de Juliana Antunes me recuerda a otro documental que opta por adentrarse a lo cotidiano íntimo para descubrir el cotidiano público –posiblemente de manera consciente–. La vida loca (2008), de Christian Poveda, indaga el mundo del pandillaje mara en El Salvador. Su visión inicia como un panorama general para después enfocarse en una familia. La rutina indesligable con el mundo de la violencia no frustra los deseos de sus miembros por un futuro optimista. Se escarba la intimidad familiar para entonces darse de cara contra la realidad. Pueda que similar consecuencia sea lo más valioso de Baronesa (2017) –cual fotógrafo, la directora registra el momento oportuno fabricándose por sí solo el clímax–, pero este filme brasileño tiene más que eso.
A diferencia del documental español, Antunes tiene esa mirada distante que, a pesar de la observación invasiva de la cámara, se percibe la atmósfera íntima. Las hermanas habitantes de una favela en Brasil pasan el rato, fabrican fantasías o deseos, educan a los pequeños, crean lazos de amistad. El estado de cordialidad es perenne. Nada perturba este cotidiano, salvo la propia realidad que las envuelve: una nueva lucha entre pandillas acontece en el alrededor. Aquí una de las perspectivas más estimulantes del filme. Antunes registra la angustia mediante esos instantes, por ejemplo, en que su protagonista principal se aísla del resto, o las voces de las mujeres se modulan en un tono extraño. Es una excitación muy opuesta a sus conversaciones subidas de tonos.
Está también el registro privilegiado de confesiones que merecen una atención social con urgencia, revelaciones que se manifiestan como algo esencial y cotidiano, y que arremetieron en el historial de las que hablan de forma prematura. Baronesa provoca un efecto que en principio es ameno y conmovedor, pero que a medida que avanza es estresante e inconcebible. De repente el luto se digiera como un cotidiano más, un mero símbolo que se cuelga (o se lleva) por un tiempo hasta que acontezca alguna otra tragedia. Por muy humanizado que sea el enfoque de este documental, se manifiesta un claro rasgo de deshumanización que se apropia de los que incluso no quieren estar ahí.

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