En razón al adelanto
del próximo proyecto de Clint Eastwood, podemos decir que con 15:17 Tren a París (2018) el director
estadounidense cierra una trilogía simbólica sobre los héroes ordinarios,
ciudadanos comunes que a propósito de sus gestos humanitarios realizan proezas que
afloran de forma espontánea a pesar del riesgo o el debate moral. Para
responder a esa naturaleza, Eastwood hace retrato biográfico de estos sus
últimos héroes. Es decir, más allá de preferir enfocarse en rememorar el
incidente, prefiere dar razón a la reacción. Así como sucede en Francotirador (2014) o en Sully (2016), hay una revisión a los
antecedentes de los protagonistas. Quiénes son estos individuos, cómo vivían
antes de convertirse en héroes nacionales (y de paso foco de controversia, caso
el piloto Chesley Sullenberger). Es mediante la asistencia a dichas
interrogantes que su filme no se interesa en dilatar la acción.
15:17 Tren a París no es una película que aspira a convertirse, por ejemplo, en
un filme tipo Vuelo 93 (2006) en
donde la tensión es sofocante. La historia de unos jóvenes que lograron frustrar
un ataque suicida en un tren es la excusa para evaluar el cotidiano de sujetos
comunes, la vida de un grupo de amigos que estuvieron caminando a la línea de
la fraternidad, el gesto solidario estimulado por una educación cívica que se
establece mediante una lección en clase o la aparición de un soldado sirviendo
a su país. Así como en Francotirador, Eastwood razona que los ideales de
nación magnifican al individuo. No hay más gratificación que el servir al
resto, así se exponga la integridad de uno. Es mediante esto que gran parte de 15:17 Tren a París consta en los tres
amigos, durante la niñez o la pubertad, pasando el rato y formando sus valores
civiles. Son los individuos habituales, pero que serán capaces de realizar un
acto extraordinario en consecuencia de ese adiestramiento.
A partir de esto es
significativo que los autores reales de este hecho sean los mismos que
protagonicen la película. 15:17 Tren a París
da valor a que cualquier persona está al alcance de un protagonismo heroico.
Pueda que el director piense también en ese aditivo de modestia y humildad. Los
protagonistas deben de expresar la mayor sobriedad posible, algo que no podría
conseguirse con algún actor conocido que trae consigo una fama. Estamos
hablando pues de un empleado y dos soldados voluntarios como pueden ser muchos.
La cotidianidad y la simpleza son la fortaleza de la película. Claro que no por
eso Clint Eastwood no deja de estimular la expectativa. De cuando en cuando la
trama se remonta al instante en que sucede el hecho al que hace alusión el
título, y cuando acontece este es breve y con la tensión precisa que no adultera
al testimonio real. Como sucede en la escena de Sully cuando el avión desciende en el río Hudson. Es una escena en trance,
pero sin el maquillaje espectacular.
No hay comentarios:
Publicar un comentario