Locaciones oscuras son
atravesadas por halos de luz en Las horas
más oscuras (2017). Joe Wright es literal en cuanto a la puesta en escena
que representa el crucial protagonismo de un hombre en tiempos de oscuridad.
Como era de esperarse, la presencia de Winston Churchill (Gary Oldman) es el
núcleo en la historia, personaje al que involuntariamente queremos que se asome
apenas inicie la película. Para cuando aparece, pocos serán los instantes en
que su ausencia acontezca. Lo curioso es que cuando pasa de pronto el gesto es
incómodo. La intromisión de una secretaria parece ser un sobrante que se
esfuerza por otorgarle a la trama un protagonismo respetable a lo femenino
dentro de un universo masculino.
Lo que atrae de Las horas más oscuras es la pugna
política, el gesto obstinado por no verse doblegado ante un despreciable
dictador. Luchas de egos o de poder; como quiera interpretarse. Es Churchill
versus Hitler. Cuál es el Imperio más fuerte en Europa. Para el Primer Ministro
ceder a un tratado de paz es pisotear toda una tradición histórica. Así como
deja en claro el Dunkirk (2017) de
Chirstopher Nolan, el filme de Joe Wright también se inclina a retratar un
espíritu nacionalista. En Las horas más
oscuras Churchill se tendrá que enfrentar además al pesimismo, el lánguido
nacionalismo representado por sus contrarios políticos. Los momentos de duda
son el clímax en una historia llena de adornos y gestos que humanizan al
protagonista principal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario