lunes, 5 de febrero de 2018

The Post: Los oscuros secretos del Pentágono

Gran parte del drama está sobre los hombros de Katharine Graham (Meryl Streep), la dueña y sucesora del The Washington Post. Tal como lo afirmaría en algún momento su editor Ben Bradlee (Tom Hanks), ella tiene mucho que perder. The Post (2017) retrata las previas al destape de uno de los más grandes escándalos en la política estadounidense. Antes del Watergate, el gobierno de Richard Nixon sería cuestionado ante la revelación de unos documentos secretos del Pentágono. En medio de un falso optimismo bélico, el Gobierno desde hace años había predicho y callado el inminente fracaso de EEUU en la entonces vigente Guerra de Vietnam. A eso se sumaban gobiernos anteriores que ocultaron su interferencia en conflictos ajenos, los que trajeron pérdidas materiales y de vida.
Steven Spielberg relata la antesala al caos desde la perspectiva del Post. Veremos el rol crucial que el diario asumió en compromiso con la nación y su derecho por la libertad de prensa, adicionándose además un dilema personal impuesto en Graham, a quien la conoceremos cobijada en su círculo de la socialité y titubeando cada que el Post se expone a una difícil decisión. Más que una labor periodística, Graham apuesta por lo protocolar, el eterno consenso, la continua asistencia a sus asesores, típico del dirigente asignado de manera imprevista que tiene como único impulso la preservación del buen nombre que sus antecesores le otorgaron al diario. La presencia de Bradlee será medular para orientar a la dueña abstemia de liderazgo y pendiente de los compromisos particulares. The Post narra la historia de un empleado acosando a su jefa, irrumpiendo su privacidad, haciéndola “trabajar” y actuar a presión, en tanto, Graham delatando típicos tics de principiante, tropezando con sillas, estrujándose los dedos frente a su editor quien lo asaltó en pijamas o a mitad de una reunión. Hacía tiempo que Streep no tenía una gran interpretación sin necesidad de asistir a las prótesis.
Los mejores momentos en The Post acontecen en las reuniones a puertas cerradas, las de dos personas o en grupo, instantes en que se toman decisiones trascendentales que ponen en riesgo la vigencia del periódico. El hecho que se trate de ese oficio le adiciona además una premura. La idea de emprender una primicia apremia a que los protagonistas estén a contrarreloj. Una reunión de cinco minutos podría traer abajo toda una tradición y el empleo de tantos que conforman el Post. El debate se alimenta de los muros personales que Graham tendrá que tumbar, vínculos entre la mujer y elementos del Gobierno. Los dilemas morales y personales desequilibrarán la cotidianidad de esta protagonista. The Post aparenta ser algo distinto en la filmografía de Steven Spielberg. Si bien no estamos dentro de un contexto suburbial o burgués, el filme hace retrato de un protagonista que experimenta un quiebre en su rutina. Si en otras historias vemos a un tiburón, un extraterrestre o un gigante trayendo un poco de acción al aburrido calendario de ciertos personajes, aquí un presidente incentiva el pánico e intranquilidad a toda una nación y a una mujer que luego de ese encuentro no volverá a ser la misma. 

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