jueves, 22 de febrero de 2018

The Square: La farsa del Arte

Lo de Ruben Ostlund es un cine de pulsaciones. Sus personajes son sujetos ordinarios estableciendo rutinas habituales, aunque reconociendo en su tránsito sucesos inquietantes que van descendiendo a un nivel infame. Es el paso del equilibrio a la inseguridad, de la tranquilidad a la paranoia, en muchos casos abriéndose paso a una histeria colectiva. Las historias del director sueco exponen las relaciones humanas en un estado de crisis. The Square (2017) no es ajeno a esta realidad. Christian (Claes Bang), curador principal de un museo contemporáneo, verá cómo su diario se va desajustando luego de un inusual robo. Como respuesta, este protagonista tomará parte de una represalia la cual detonará un conflicto que pondrá en duda su decencia. Es mediante estos antecedentes que Ostlund emprende su perseverante percepción sobre la negligencia moral en la actualidad.
Las negligencias de Christian, hombre reputado, se verán expuestas en la trama. Lo cierto es que no se está retratando el desenmascaramiento de un personaje que se esfuerza por mantener una postura moral. El comportamiento “sincero” de Christian es tan cotidiano como la existencia de la pobreza o la respuesta postergada que recibe esta realidad de parte de las sociedades pudientes. Es decir, el curador, así como cualquier ciudadano promedio de esta urbanidad, cohabita con la indecencia y la asume con normalidad. Es lo que es. Lo que diferencia a Christian de los otros es que toda una avalancha de acontecimientos le está haciendo considerar que su rutina que cree correcta posee un rasgo indecente implantado. De esta forma es que los filmes de Ostlund siempre terminan descubriendo un lado decente o reflexivo ante tanta desvergüenza. Si bien en The Square el quiebre de los límites entre el cinismo y la perversión se manifiestan como actos cotidianos, siempre habrá lugar para la redención.
Al igual que en Involuntario (2008) o en Incidente by a Bank (2009), en la trama de The Square se revelan reacciones que van en contra de lo indecoroso, sin embargo, no deja de haber una marea de pensamientos que por momentos intimida a los más dignos. Respecto a esa idea, a Ostlund le interesa esa mirada y reacción colectiva. Así como el cine de su compatriota Roy Andersson, existe una necesidad por dejar en claro que sus historias no tratan sobre experiencias individuales, sino sobre costumbres o trascendencias sociales que incluso tienen un alcance universal. De ahí por qué las películas de Ostlund tienen ese rasgo de historias articuladas uniendo varios testimonios. Claro que The Square es también una sátira al arte contemporáneo. Son tiempos en que existe una inspiración que es puro formulismo y estrategia para llamar la atención. Irónicamente, Ruben Ostlund parece alinearse a esta cola. Así como sucede en algunas de sus películas, el director tropieza con su propio discurso.

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