Dos películas animadas
sobre personajes femeninos en pleno extravío dentro de un entorno de realismo
mágico.
Basado en un cuento de
los hermanos Grimm, La joven sin manos (2016)
retrata las desventuras de una mozuela atada a una promesa impuesta. Como obedeciendo
a la naturaleza de los escritores, el director Sébastien Laudenbach conduce su
relato a una oralidad asociada a lo legendario y popular, a fin de asentarnos a
una cultura medieval modulada por una realidad que separa el ambiente rural de
lo civilizado; el primero es lugar donde conviven campesinos y seres
fantásticos, el segundo propio de la realeza y los fieles vasallos. Al igual
que casi todas las leyendas de los Grimm, en La joven sin manos tenemos a un protagonista intentando escapar de
un ser mítico, lo que implica también burlar a un destino.
Laudenbach respeta y
estimula la agresividad con que se define este mundo de condenados. Por mucho
que esta historia aparente un virtuosismo infantil y poético, en este caso, crédito
propio del aspecto visual que explota una técnica de pintado fauvista
minimalista, no deja de descubrirse con crudeza ciertos tópicos que invocan una
lectura adulta. Así como sucede en la literatura de los alemanes, en La joven sin manos la violencia y el
despertar sexual son explotados con un aire de cotidianidad.
En Louise en invierno (2016) la
protagonista, una mujer de apariencia octogenaria, se ve estancada en una
ciudad a la que se acude solo en temporadas de verano. Imposibilitada de salir
de ese territorio, ella se internará con la soledad contextual e inventará una
nueva rutina. Esta película animada de Jean-François Languionie no tendrá una gran
ambición visual, pero es la profundidad del drama la que compensa el aprecio
por la misma. La historia reflexiona en base a la memoria. Es la trascendencia
de las vivencias y el recuerdo, más allá que la materialidad de la presencia
real.
En un inicio, Louise nos
expresa la satisfacción de recibir los saludos de un público más joven, sin
embargo, el resto de la película es ella viviendo el exilio de un personaje socialmente
invisible. Louise en invierno se
presta para una lectura apocalíptica sobre una existencia varada en un lugar,
tal vez, donde aconteció su desprendimiento con lo tangible, postrada a repasar
sus últimos acontecimientos, sometida por una memoria a corto plazo, capaz de
repasar el pasado (sin recordarlo). Es la memoria flotando en el olvido y renaciendo
de forma cíclica.
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