La asistencia al
registro fílmico, esta vista como fuente para una búsqueda. Al igual que en Reminiscencias (2010), de Juan Daniel F.
Molero, Agustina Comedi recurre a las grabaciones familiares para hallar las
respuestas de un pasado difuso. El
silencio es un cuerpo que cae (2017) es un documental tributo a Jaime, el
padre de la directora, un hombre que contuvo su condición homosexual desde el
nacimiento de su hija. Comedi, interesada en saber más sobre esa identidad que
ignoraba de su progenitor, recurre a los momentos familiares que Jaime grababa con
su videocámara, como esperando que algo de este registro diese pista de la
personalidad que acalló su padre ante su familia. La búsqueda será fructífera.
Ciertas secuencias, anilladas a testimonios de amigos del “pasado” del padre
que la directora reunirá, formarán parte de una evidencia que construye una
identidad personal, y de paso generacional.
El silencio es un cuerpo que cae es la reconstrucción a una memoria
que estuvo por muchos años en reserva. La decisión de Jaime, la de padre, por
muy determinada que fuera, gestó la vida de una persona incompleta. Aunque no
hubiera una total certeza, este documental sugiere la historia de un hombre
abnegado, privado de su condición por propia convicción. Es también el retrato
a un personaje que ha vivido dos etapas o modos de represión. La primera en su
tiempo de “libertad”, escondiéndose de las políticas conservadoras propias de
la época. La segunda, menos mencionada, en su tiempo de padre, siendo agredido
por el bullying machista orquestado
por su propio entorno familiar. El
silencio es un cuerpo que cae es además la revelación de lo indesligable.
Jaime, director de los videos familiares, en ciertos momentos, posiblemente,
fantaseaba y rememoraba su vida anterior, por ejemplo, mediante el
descubrimiento del “David” de Miguel Ángel o su paseo/retorno a lugares
exóticos.
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